Political field and funeral field in the La Plata’s municipal cemetery
María Carlota Sempé
CONICET - UNLP - UNCa
Olga Beatriz Flores
olgabeatrizflores@yahoo.com.ar
Marta Inés Baldini
UNLP - As. Amigos del Cementerio de La Plata
UNLP - As. Amigos del Cementerio de La Plata
El Cementerio Municipal de La Plata, como espacio de memoria, aporta elementos concretos y de alto valor simbólico en la construcción del pasado y de la identidad comunitaria. Fueron inhumadas en él importantes figuras de la cultura y del campo político. En este trabajo analizamos la trayectoria de cuatro políticos, cuyos restos se conservan en el Cementerio, que se desempeñaron como gobernadores de la provincia de Buenos Aires entre finales del siglo xix y la década de 1960: D’Amico, Monteverde, Díaz y Marini. Su actividad política y su gestión se enmarcan en el contexto socio-histórico y se detalla el reconocimiento que tuvieron tanto por parte de sus contemporáneos como por las generaciones posteriores.
The La Plata’s Municipal Cemetery as a memory space, it provides concrete elements of high symbolic value in the construction from the past and community identity. Important figures of culture and the political field were buried in it. In this paper we will analyze the trajectory of four politicians, whose human remains are preserved in the cemetery, who served as governors of Buenos Aires’s province between the end of the 19th century and the 1960´s: D’Amico, Monteverde, Díaz y Marini. Its political activity and management are framed in the socio-historical context and there cognition that they had on the part of their contemporaries as well as later generation sis detailed.
Cementerio de La Plata, Memoria, Campo funerario, Campo político, Gobernadores provinciales
La Plata’s Cemetery, Memory, Funerary field, Political field, Provincial governors
En el cementerio de La Plata se encuentran inhumadas figuras importantes del campo político argentino que en distintos momentos participaron de los juegos del poder y de las luchas inherentes al mismo, llegando a ocupar los máximos cargos del ejecutivo provincial bonaerense.
Analizar su trayectoria y comprender sus acciones, pensamientos, ideas y propósitos supone indagar sobre su obra y el contexto socio-histórico en el que desarrollaron su actividad. Para ello se tuvieron en cuenta los discursos existentes en las placas de homenaje colocadas en las ceremonias funerarias, los periódicos de época, los libros y artículos de historiadores que hicieron referencia a sus actividades y momento histórico.
En lo metodológico se aplicaron el enfoque microsocial (Sautú et al., 2005), mediante el estudio de casos sobre políticos inhumados en el cementerio de La Plata que llegaron a ser gobernadores de la provincia de Buenos Aires: D’Amico, Monteverde, Díaz y Marini y la noción de campo político de Bourdieu quien sostuvo que “El campo político es una «arena» que se da como tal y en la cual hay combates, enfrentamientos declarados. Como dentro de todos los campos, hay acumulación de fuerza, de capital político, es decir de reputación” (2000, p. 5).
El período histórico que comprende a estas figuras incluye fines del siglo xix hasta la década de 1960 del siglo xx; en el campo político como campo de luchas se dirimieron las grandes cuestiones del mundo moderno: el surgimiento de las naciones, el impacto del colonialismo, las guerras, las grandes migraciones, el cosmopolitismo urbano y las consecuencias de los golpes militares.
En Argentina la estructura social de fines del siglo xix y comienzos del xx se configuró a partir de un gran flujo inmigratorio que cambió el perfil colonial tradicional de las instituciones sociales existentes por otro cosmopolita. Esa masa inmigratoria, predominantemente europea, se articuló con la sociedad pre existente conformando una clase media –dedicada mayoritariamente al comercio– y una clase trabajadora proletaria con expectativas de ascenso social, que se nucleaba en sociedades de socorros mutuos, mediante las cuales adquirían mayor poder social. Adentrado el siglo xx la Argentina adquirió su perfil agroexportador y comenzó su desarrollo industrial y petrolero. En el campo político los gobiernos democráticos estuvieron sujetos a los vaivenes de los golpes militares.
En la planta baja del edificio administrativo del Cementerio de La Plata hay un sector de pequeños nichos. En el Nº G876 (Fig. 3b) se encuentran los restos de Carlos Alfredo D’Amico, ex gobernador de la provincia de Buenos Aires y sucesor de Dardo Rocha en la primera magistratura (Fig. 1)
Su acta de defunción indica que su fallecimiento ocurrió a causa de gangrena a los 78 años en Capital Federal. Trasladado a La Plata, fue tumulado en la bóveda familiar de la sección B39, perteneciente actualmente a la familia de Julio Triaca, información ratificada por el Diario El Argentino de La Plata para su sepelio en el cementerio (Fig. 6b).
El período 1850-1910 se caracterizó por la transición hacia una economía agropecuaria exportadora, la transformación del saladero en frigorífico y el poblamiento de la región pampeana. La organización política del país se estabilizó con la federalización de Buenos Aires y la gran inmigración europea produce el mayor crecimiento poblacional. Para Sebreli (2004) es con la generación del 80 que se consolida el liberalismo argentino que construyó una sociedad secular estableciendo el matrimonio civil, el registro civil y la enseñanza laica. Latzina, representando a las voces críticas de la época describe metafóricamente la realidad demográfica del país como un “párvulo hidrocéfalo [...] con una cabeza grande […] y un cuerpo raquítico, es decir despoblado” (1899, p. 269).
En lo ideológico, en el período 1880-1910 surgen las ideas de nacionalidad (Rodríguez Molas,1989, p. 3). En la literatura se exaltan los símbolos patrios mediante el culto a la bandera, la celebración de efemérides bélicas, la idealización del pasado y la construcción de la idea de un destino manifiesto.
Dentro del Partido Autonomista Nacional (PAN), existieron cuatro ligas hasta 1886: la de Roca, la de Juárez Celman, la de Bernardo de Irigoyen y la de Dardo Rocha. En 1877 el porteñismo impulsó la candidatura del gobernador Carlos Tejedor a la presidencia. Roca, a la sazón ministro de Guerra, construyó su candidatura en base a acuerdos y alianzas a nivel nacional logrando la presidencia.
En este período Dardo Rocha asume como gobernador de la provincia en 1881 y en 1882 funda la ciudad de La Plata como nueva capital de la provincia de Buenos Aires.
D’Amico fue abogado y escritor y como periodista trabajó en El Nacional. En el campo político se destacó como figura de la generación del 80 y en su juventud fue partidario de Adolfo Alsina. Se desempeñó como senador nacional por la provincia de Buenos Aires e integró el elenco del gobierno de Dardo Rocha como ministro, participando de la fundación de la ciudad de La Plata.
Entre 1884-1887, sucede a Rocha como gobernador en fórmula con Matías Cardozo. Al finalizar su mandato, descreído de la política argentina viaja a Bélgica y México. En este último país Porfirio Díaz lo nombró ministro de Relaciones Exteriores, ofreciéndole la ciudadanía, la cual declinó. En 1904 regresa a la Argentina ejerciendo su profesión y el periodismo.
La política fue el gran tema de su vida. Fue un hacedor, a él le toco dirigir la obra urbanística y de construcción de los edificios públicos de la ciudad capital. Defendió la autonomía provincial y los derechos de las masas a expresarse mediante el voto.
Participó en la masonería junto a otros miembros de su gabinete y organizó inicialmente las reuniones de logia en la residencia de los gobernadores. Al crearse El Gran Oriente Nacional del Rito Argentino es nombrado Vice Gran Maestre a cargo de la Gran Maestría (Mayo, 1989, p. 11; Lappas, 1966).
Como ministro de Rocha, se preocupó por el desarrollo cultural de los pueblos bonaerenses creando museos y bibliotecas como vehículo de transmisión de la ciencia. Donó al Museo de San Fernando maderas del Delta, pájaros embalsamados, serpientes y piedras. Ya como gobernador de la Provincia, donó el escritorio del Almirante Guillermo Brown junto con muestras de mármol de Olavarría y ordenó a todos los jueces de Paz de la zona de Tandil que remitieran un muestrario de piedras existentes en sus respectivas jurisdicciones a la Biblioteca de San Fernando. Por solicitud de Rocha elaboró un proyecto de Colegio Modelo de Educación Práctica con internado, financiado por cobro de matrícula y abono de pensión por parte de los alumnos.
Durante su gobierno propició la normalización y organización de los municipios provinciales reglamentándolos por ley provincial N.º 1810, de marzo de 1886. En su mensaje a la legislatura provincial D’Amico expresó sus ideas diciendo:
“La elección se hará en toda la provincia y tengo confianza que en todas partes las mayorías impondrán sus candidaturas y se hará en orden y libertad porque estoy dispuesto a mantener el uno y garantizar la otra, hasta con mi intervención personal en los partidos en que fuere de temer una perturbación cualquiera. Y aunque es probable que este primer ensayo produzca todos los inconvenientes de una institución nueva, es indispensable perseverar en ella, corrigiendo sus defectos, ya que la libertad se funda en las repúblicas democráticas en el ejercicio racional del régimen municipal”
El 19 de septiembre de 1884 dispuso la creación del Museo Público Provincial Antropológico y Arqueológico y la Biblioteca, que provisoriamente se instalaron en la parte alta del Banco Hipotecario provincial, donde hoy funciona el rectorado de la UNLP. Asignó un predio al Oeste del bosque para la construcción del edificio del Museo de Ciencias Naturales, contratando a Enrique Aberg. El edificio fue inaugurado el 22 de abril de 1887, cuando finalizaba su mandato. Moreno le pidió que fijase la fecha de inauguración y su asistencia como padrino del edificio.
En 1890, con el seudónimo de Carlos Martínez publicó en México Buenos Aires, su naturaleza, sus costumbres, sus hombres: Observaciones de un viajero desocupado. Como obra crítica en la que denuncia la política del período 1860-1890 tuvo gran repercusión social y en los círculos del poder y la política. Relata las negociaciones entre los grupos y los personajes de la política, los fraudes electorales, la nula participación de las clases populares en el gobierno. Partícipe de la Revolución del Parque, explicó sus causas como reacción a los manejos ilegales de la clase política para conservar el poder.
Como partidario del autonomismo y alsinista fue un crítico de las figuras políticas de la época. Consideró que Mitre era un hombre de poca habilidad política, militar y literaria.
Sobre Roca sostuvo: “…solo cree en la fuerza y en los prestigios de la victoria cruenta…” (Martínez, 1890, p. 42). Y también:
Como el Presidente de la República tiene que valerse de los Gobernadores para las elecciones, ha sucedido que algún Gobernador ha pretendido [...] no obedecer completamente los mandatos del Presidente. Entonces el recurso es muy conocido: una revolución, y abajo el Gobernador […]. El único elector de la Argentina es el Presidente de la República, que elige Gobernadores de Provincia, Cámaras Legislativas de las mismas, Congreso Nacional, y su propio sucesor (D'Amico, 1952. pp. 57-59).
Consideró a Máximo Paz su mayor adversario político, quien apoyado por Roca lo sucedió en la gobernación. A su llegada las autonomías municipales, tan defendidas por D’Amico dejaron de ser respetadas y los municipios fueron presionados por el gobierno central en la elección de candidatos.
Recibió los elogios de sus contemporáneos platenses; la Revista General de La Plata del año 1885 publica una editorial sobre las municipalidades de origen popular propiciadas por D’Amico. Tosar Rey en el prólogo a la edición de su libro sostiene:
merece ser recordado por las generaciones de hoy: tenía pasta de gobernante y visión de futuro. Hombre de extraordinario talento-reconocido hasta por sus más enconados adversarios […]. Equivocado o no en algunos de sus juicios desborda sinceridad en todo momento […]. Su vida como su obra, tienen el mismo sello que las identifica: su vehemencia, su pasión (1952, pp. 5-7).
Adolfo Saldías al despedir sus restos (Fig. 3a) exaltó su contracción al deber:
“No abandonó un solo día el lugar de sus funciones y así, cuando el año 85 una gran inundación interrumpió por muchos días las comunicaciones con la capital federal el gobernador encontrose completamente solo en la administración, en medio de la ausencia de la mayor parte de los altos funcionarios, inclusive los ministros, vecinos de la metrópoli. En el departamento de Ingenieros no estaba ninguno de los miembros del Concejo y era indispensable su acción en la emergencia. Solo encontró un funcionario subalterno vecino de La Plata. Lo hizo llamar a su despacho y le dijo: Proceda Ud. como si fuera el Presidente del Concejo” (El Día, 19 de agosto de 1917).
Fue el primer gobernador en residir en La Plata. Su casa, ubicada en la calle 14 entre 53 y 54, fue proyectada por el arquitecto Leopoldo Rocchi en estilo Renacimiento italiano, e inaugurada en 1887 (Fig. 2). Contaba con salón de billar, vivero y cancha de paleta, sus pisos eran de mármol rosa, nogal, y con mosaicos de fresno y palo rosa; la estufa haciendo juego de mármol negro y nogal; techos con pinturas al óleo y los ambientes decorados con grandes espejos. Por ella recibió fuertes críticas del diario La Capital de Uzal, por haber construido su casa como un lujoso palacio: “D'Amico caracterizó su nueva residencia con un lujo comparable al de los sátrapas de oriente…”.
Al término de su mandato, impactado por la crisis de 1890, se fue de la ciudad y su casa se alquiló a un instituto educacional. Luego para la práctica de deportes y pensión. En 1907 el palacio fue rematado públicamente y comprado para sede del Arzobispado.
En el sector B, lote 86 del cementerio se encuentra la bóveda del Ingeniero Luis Monteverde. La estructura funeraria es de estilo art decó caracterizada por una superposición de planos y molduras, puerta pilón al frente, en su cúspide una olla humeante y una serie de placas conmemorativas (Fig. 6a).
El Ingeniero Luis Monteverde (1859-1935), nativo de la provincia, era agrimensor (Fig. 4a). Durante la Conquista del Desierto realizó trabajos de topografía y cartografía para el ejército. Fue secretario del Departamento de Ingenieros y trabajó en el trazado de los planos de los edificios de la ciudad de La Plata. Integró el primer Concejo Deliberante platense y en tal cargo se desempeñó durante varios períodos. Trabajó en la Inspección de Ferrocarriles de la provincia de Buenos Aires. Integró el grupo organizador de la Universidad Provincial platense, formando su primer Consejo Académico y fue el primer decano de la Facultad de Ingeniería.
En 1890 fue electo diputado por la Unión Cívica y al producirse la división del partido, se adhirió a la Unión Cívica Radical. En el levantamiento de 1893, fue jefe de la Junta Revolucionaria platense. En su actuación partidaria fue varias veces presidente del comité central platense y del de la provincia. Legislador bonaerense en 1896, pasó a ser intendente platense en 1898 y senador provincial desde 1899 a 1901. En 1918, unido al yrigoyenismo –con el cual compartía sus ideas krausistas– fue candidato a la vicegobernación de la provincia de Buenos Aires, siendo elegido por el 59% de los votos. Por renuncia del gobernador José Camilo Crotto, enfrentado a Yrigoyen, asumió en 1921 la gobernación (Fig. 4b). Al finalizar su mandato fue elegido Diputado Nacional en 1922 y reelecto para el período 1924-1928; falleció durante su desempeño, el 28 de junio de1925.
La política fue su principal interés, a la que consideraba como una actividad necesaria para el mejoramiento de las condiciones del país.
Vivió en una época de grandes transformaciones de la sociedad y de la estructura socioeconómica del país, producto de la inmigración masiva de fines del siglo xix y primeras décadas del xx, que originaron el proceso de modernización y urbanización de la Argentina (Altamirano y Sarlo, 1980, p. 161).
Fue un gran conocedor de las características económicas y productivas de la provincia, formando parte del Consejo de Obras Públicas provincial desde la fundación de La Plata, donde realizó trabajos de topografía y cartografía, delimitó campos y delineó poblaciones de la provincia.
Adhirió a la filosofía krausista que concibe la existencia de una ley de unidad divina en el mundo que genera armonía para que la humanidad y el hombre realicen su destino universal en Dios; es en función de esta visión que realiza sus obras como legislador, intendente y gobernador. Durante la etapa fundacional platense integró diversas comisiones vecinales. Fue socio fundador del Club Gimnasia y Esgrima de La Plata; integró la sociedad de bomberos voluntarios de Lanús. Como gobernador tuvo éxito disminuyendo la deuda pública y logrando revertir el déficit del Ferrocarril Meridiano V y obteniendo un superávit que le permitió extender las vías hasta Mirapampa, conectando las ciudades de Azul y Olavarría. Por su política educativa logró aumentar la matrícula escolar. Cubrió los cargos del Poder Judicial sin tomar en cuenta las militancias partidarias. Proyectó y promulgó la ley orgánica de las municipalidades. Reglamentó la Defensoría de Menores. Creó el Museo Provincial de Bellas Artes con una sección para conservar toda la información histórica de La Plata desde su fundación. Licitó la construcción de un importante canal aliviador del Salado y extendió los canales de drenaje en la pampa deprimida.
Por su herencia autonomista y alsinista dentro del yrigoyenismo formó parte del “grupo azul”, que se consideraban los legítimos representantes de la provincia enfrentados al “grupo rojo” metropolitano que había llegado a la provincia con la intervención de Cantilo.
Fue considerado “un platense de ley”, en diario El Argentino se dice de él que
“mantenía con orgullo inequívoco este distintivo ciudadano. Por La Plata se sintió siempre capaz de todos los sacrificios y no titubeó nunca en aportar su concurso a todo cuanto pudiera ser de resultados para la ciudad que él había visto nacer y desarrollarse con un entusiasmo y un cariño, raramente igualable. Fue un ciudadano ejemplar, salió más pobre del gobierno y debió aceptar para su manutención familiar una vocalía del Banco Hipotecario Nacional que desempeñó por un período”.
Entre sus correligionarios fue considerado un hombre de espíritu ecuánime, siendo muy respetado entre las filas adversarias. En su sepelio (Fig. 5a) recibió las condolencias de los poderes ejecutivos y legislativos provinciales, nacionales, municipales y de la Suprema Corte de Justicia. Recibió como honores oficiales, el izado de la bandera a media asta en los edificios públicos nacionales, provinciales y municipales durante 5 días (Fig. 6b).
El ministerio de guerra dictó se le tributaran los honores correspondientes. Los bomberos y los policías, en traje de gala, hicieron la guardia de honor en la capilla ardiente levantada en la casa de gobierno (Fig. 5b). Se decretó que el día del sepelio se celebrara una misa de cuerpo presente en San Ponciano y la administración pública tuvo asueto. El gobierno colocó una corona de bronce en el frontispicio de su bóveda. La legislatura provincial comisionó a senadores y diputados para asistir al velatorio y entierro, colocando una corona y una placa de bronce. Recibió condolencias del Centro de fundadores de La Plata, del Club Gimnasia y Esgrima platense, del Museo de Bellas Artes, del Club Español y de resoluciones partidarias de la Unión Cívica Radical de la Provincia y de los comités seccionales (Fig. 7). La Municipalidad de La Plata por Ordenanza N.º 34 impuso su nombre a la calle 7, Avenida Luis Monteverde, antes llamada Independencia (Fig. 8) También en Florencio Varela una estación del Ferrocarril Provincial de Buenos Aires, lleva su nombre.
En el sector A del cementerio, inmediata a la entrada principal se encuentra la bóveda del Dr. Raúl Díaz, de estilo modernista catalán con rasgos goticistas (Fig. 9 a y 9b).
Su trayectoria puede resumirse con la frase “de futbolista a gobernador” (Fig. 11c).
Fue jugador de futbol, legislador y dirigente del partido conservador platense. Integró el grupo fundador del club Estudiantes de La Plata. En su trayectoria futbolística integró el grupo de jóvenes que en agosto de 1905 se reunió en la zapatería Nueva York de calle 7 entre 57 y 58, para fundar el club Estudiantes de La Plata, porque Gimnasia y Esgrima había suprimido la actividad futbolística.
Este grupo estaba conformado por los integrantes del equipo de futbol: Emilio Fernández, Raúl Díaz, Oscar y Jorge Hirschi (posteriormente intendente de la ciudad), Rufino y Horacio Tolosa, Ludovico Pastor, Edmundo Ferreiroa, Héctor Ratti, Héctor y Carlos Isla, Ricardo González Bonorino, Ovidio Duarte Indart, Clemente Elissamburu, Carlos Galup Lanús, Bernabé Sussini, Uberto Vignart que luego presidiera el Jockey club de la provincia, Leónidas Salinas y Oreste Rutta.
Juan Tettamanti les cedió un predio de su propiedad ubicado en 19 entre 50 y 51 para ser usado como campo de deportes. Como Club Estudiantes jugaron su primer partido ante el Club Lobense de la localidad de Lobos. El equipo estuvo conformado por Rebagliatti, Lartigue, Campbell, Cortelezzi, Raúl Díaz, Jorge Hirschi, Ramsay, Florentino Moreda, Ferreiroa y Costa.
En fórmula con Federico Lorenzo Martínez de Hoz, fue vicegobernador de la provincia por el período 1932-1935 (Fig. 11a y 11b). El 7 de febrero de 1935 quinientas personas ocupan la Casa de Gobierno exigiendo la renuncia de Martínez de Hoz, que es suspendido por la Legislatura Provincial. El general Márquez, delegado del Ejecutivo Nacional, impone a Díaz como gobernador para completar el período hasta febrero de 1936, fecha en que es electo gobernador Manuel A. Fresco.
Además del fútbol, la política siempre fue su interés más profundo. En el gobierno marcó sin concesiones los límites entre el plano de la administración pública y las necesidades e imposiciones partidarias. Luego de su desempeño como gobernador se dedicó a participar de la actividad partidaria, en la ciudad. Díaz, como presidente de la sección sexta, fue elegido presidente de la Junta platense con la colaboración de Edgardo Míguez, que presidía la sección segunda. Ambos gozaban de gran prestigio electoral.
La década del 30 estuvo caracterizada por el impacto de la crisis de 1929 sobre la economía del país, el golpe militar del general Uriburu del 6 de setiembre de 1930 que rompió el orden constitucional y la influencia internacional de las ideas del nacionalsocialismo alemán y del fascismo italiano. En la política económica se pueden diferenciar dos momentos, el primero de profunda recesión entre 1930 y 1932 y posteriormente, entre 1932 y 1935, de mejoramiento de las condiciones.
La provincia fue afectada por la crisis a causa de la baja de los precios agropecuarios internacionales con su concomitante baja del valor de la tierra, que sumado a la deuda externa profundizó las condiciones críticas. En el gobierno existían diferentes tendencias políticas: un grupo corporativista y nacionalista –donde se destacaba la figura de Matías Sánchez Sorondo– y otro formado por los conservadores de Rodolfo Moreno, de fuerte arraigo político en la provincia y que junto a Federico Pinedo, representante del socialismo, abogaban por ideas más liberales. Estas últimas son las que toman fuerza al asumir en 1932 el general Agustín P. Justo, de tendencia liberal. Durante esta etapa el partido demócrata conservador estuvo atravesado por una diversidad de conflictos internos. Para Bejar los mismos estuvieron relacionados con la actividad y acción partidaria:
las pugnas en torno al control de los comités locales, la división del partido impulsada en 1932 por el grupo cercano a su ex presidente Rodolfo Moreno. Otros desplegados en la esfera gubernamental: intervenciones en los municipios, crisis ministeriales (1933-34) y destitución por la fuerza del gobernador Federico Martínez de Hoz (1935) [produjeron] la proliferación de agrupaciones disidentes coincidió con la abstención del radicalismo y con las sucesivas reorganizaciones de las fuerzas conservadoras (2005, p.1).
La prensa platense reconoció una estrecha relación entre el retorno al poder y la multiplicación de las agrupaciones: El Diario El Argentino en una extensa nota del día 10 de octubre de 1933 sostenía que
“Mientras estaba en el llano, mientras no disponía de prebendas que conceder ni de empleos que otorgar, mientras no arrastró en su órbita a la gente que sólo se acerca a los gobiernos porque le conviene, porque tiene esperanzas de conseguir alguna ventaja, no corrió ningún peligro […]. Cuando el PDN estaba en el llano, creo que la única disidencia era la de Lincoln. En la actualidad creo que no queda comuna en que el partido no se halla dividido […]. Cada político que cuenta con unos cuantos votos calcula las posibilidades que tiene de acomodarse, de hacerse dueño de una situación”.
Por las ideas familiares autonomistas, ya que se formó en los ideales y valores sustentados por ese partido, fue un tenaz defensor de los fueros provinciales. A pesar del corto tiempo de gestión realizó una larga lista de obras públicas.
Por su propio pedido el sepelio fue sencillo y desprovisto de pompas extraordinarias, según noticia del diario El Argentino de 1946 “encareció a sus familiares que convencieran a los amigos de su voluntad, a fin de evitar discursos y ceremonias que contrariarían sus normas de toda la vida” (Fig. 10a y Fig. 12a).
Se enfrentó con el ala nacionalista y corporativista del partido conservador. De ideas profundamente liberales, en su gobierno se reformó la Constitución Provincial (1934) en la que apoyó fuertemente la ley de libertad de prensa y se modificó el régimen electoral y la proporcionalidad del sistema de representación provincial, dando un mayor número de representación nacional a la provincia.
Su reconocimiento social abarcó la popularidad de las tribunas deportivas y por su orientación provincialista se lo consideró como hombre capacitado para regir los destinos políticos. Como gobernador gozó de la simpatía general acumulada en su trayectoria deportiva –al margen de las rivalidades políticas– y por ser un platense que ocupó la primera magistratura provincial.
A su sepelio concurrieron importantes políticos de la época como Solano Lima, Antonio Santamarina, Alberto Barceló, José Abel Verzura, magistrados, funcionarios públicos y miembros conspicuos de la sociedad platense. En el cementerio rezó un responso el canónigo Gambier (Fig. 12b).
Recibió honras fúnebres de la intervención federal, del Jockey Club platense, de la Comuna, de la Junta Central platense del partido Demócrata Nacional y de los respectivos comités, del Comité Universitario, del Club Estudiantes que entornó sus puertas el día del sepelio (Fig. 10 b) y de la sociedad de beneficencia de La Plata. La intervención federal a la provincia, “dictó un decreto de honores” disponiendo que “en todos los edificios públicos la bandera estuviera a media asta durante tres días” (El Argentino, marzo 1946). En su corta función como gobernador, según las noticias periodísticas
“en la administración que le tocó dirigir solo durante 10 meses aplicó los dictados de su conciencia honorable que era rasgo sobresaliente de su temperamento. Hizo sana labor de orden y medida y si en algo apresuró sus planes fue para consolidar y acrecer el progreso de esta ciudad”.
El Argentino se refiere a su figura como
“Dotado de una gran sagacidad, auscultador de los demás, fácil a la simpatía, culto y comprensivo, bondadoso y servicial, accesible a los humildes, sencillo y cordial, la alternación en el trato con los hombres ligados o distanciados por ideas políticas, estimuló la agudeza de su inteligencia y el poder de penetración que había de ganarle la voluntad de todo un partido, hasta convertirlo en árbitro, muchas veces, de su propia existencia local, y siempre en un factor preponderante cuya presencia era ineludible para cualquier solución”.
En setiembre de 1946, según registra El Argentino, se le realizó un homenaje, donde varios oradores señalaron sus virtudes. Juan Antonio Bergez lo destacó como “hijo dilecto de La Plata a cuyo engrandecimiento consagró sus mayores esfuerzos”. Solano Lima expresó que honrar su memoria “consistía en luchar sin desmayos, por lo ideales que sustentaron su prédica cotidiana”. Al finalizar la ceremonia se colocó una placa de bronce (Fig. 10c), donde se lo exalta como figura: “Al Dr. Raúl Díaz, Ciudadano, Legislador, Gobernante Ejemplar. Homenaje del Partido Demócrata Nacional. 11 de septiembre 1946”, que puede interpretarse como un indicador de acumulación de un importante capital simbólico (Bourdieu, 2008).
Nacido en La Plata el 18 de noviembre de 1906, realizó sus primeros estudios en la Escuela Graduada Anexa a la Universidad y los secundarios en el Colegio San José. Vecino de Monteverde –al que frecuentaba– en su casa conoció a muchos políticos, como al hijo de Alem y a Hipólito Irigoyen. Al obtener la libreta de enrolamiento se afilia al radicalismo.
En su trayectoria universitaria platense fue vocal reformista del Centro de Estudiantes de Derecho donde traba amistad con Ricardo Balbín. Afiliado a la Unión Cívica Radical integra el ala irigoyenista del partido. En 1929 fue elegido Presidente de la Federación Universitaria junto a Oscar Alende como su vicepresidente, al año egresa como abogado. Ocupó distintos cargos, como diputado provincial y nacional y convencional constituyente. El 7 de julio de 1963, fue elegido gobernador de la Provincia acompañado por Ricardo Lavalle y su período finalizó abruptamente en 1966 a causa del golpe militar encabezado por Onganía (Fig. 13b). Con el retorno de la democracia en 1983 fue nombrado embajador en Perú por el gobierno de Alfonsín.
Durante su gobernación llevó adelante un programa de pavimentación que involucró la ruta La Plata-Buenos Aires. Propició la instalación de agua corriente en la mayoría de las ciudades de la provincia, la electrificación rural y la creación de un fondo para la vivienda. En Salud Pública llevó a cabo programas de salud gratuitos en hospitales, centros de salud y nutrición, atención médica, educación sanitaria, implementando planes contra la mortalidad infantil, la viruela, la poliomielitis, la tuberculosis (creando el seguro al tuberculoso), la vacunación antirrábica y la virosis hemorrágica. Realizó importantes aportes a la educación aumentado el número de escuelas, tanto técnicas como industriales, en el interior de la provincia (Fig. 13c), Instituyó premios provinciales a la producción científica, literaria y artística. Durante su gobierno se creó la Escuela Superior de Bosques y se puso en marcha un proyecto de colonización de latifundios.
Su accionar se sustentó en sus ideales krausistas sobre el bienestar de la niñez, la clase pasiva y los consumidores y las relaciones laborales entre el obrero y el patrón. Apoyó la actividad pesquera y agropecuaria mediante leyes de estímulo e implementando créditos especiales. Su pensamiento sobre lo que significa el radicalismo puede resumirse en el discurso realizado en la convención radical de Santa Fe de 1957, de la que fue vicepresidente:
“El radicalismo tiene que volver a sus fuentes, que siempre estuvieron amparadas por lo que Yrigoyen define como su idea moral. El partido puede cambiar su esencia sobre la base de la frustración y los desengaños. Se hizo muy fuerte la defensa de sus ideales, tuvo casi un sentido religioso. Por ello los radicales nos llamamos correligionarios, participantes de una verdadera religión, que es la religión de la ética, de la política limpia, de la política moral. El radicalismo tiene esos principios como base fundamental” (cita Convención Radical de Santa Fe. 15 de Septiembre de 1957).
En cuanto a la política tenía la firme convicción de que es “un acto sagrado y no debe envilecerse. Si un político comete un acto deshonesto, es una culpa personal; no del partido. Pero el partido debe sancionarlo”.
En una entrevista realizada por el diario El Día sostuvo “Nosotros teníamos la idea de que gobernar era servir. Yo fui gobernador y nunca tuve idea del poder”.
Como gobernador se le reconoció su austeridad considerada “ejemplar”, al reducir la partida de gastos personales en dos millones de pesos. Nunca tuvo auto y se manejaba caminando para desempeñar sus actividades en la Casa de Gobierno. Habilitó al público la Residencia del Gobernador –en la que nunca vivió– como salón de exposición de pinturas.
Fue velado en el Salón Dorado de la Gobernación, el féretro cubierto por las banderas nacional y provincial. Dirigentes de distintos partidos políticos lo despidieron “destacando su honestidad, su estatura moral, su ejemplo de ética política, su austeridad en la función pública y su coherencia intelectual”. Raúl Alfonsín lo despidió en la Gobernación señalando que “para él tenemos sólo agradecimiento, fue un gran luchador y siempre lo hizo a favor del país, de la provincia de Buenos Aires, de la política, de la democracia, de la Unión Cívica Radical y de la justicia social”. El ex presidente enfatizó además que Anselmo Marini “pensaba como latinoamericano y era un nacionalista que luchaba en serio por la identidad nacional”. Por su parte, el gobernador Solá resaltó que Marini “fue un gobernador ejemplar, un demócrata que vivió austeramente y tuvo el homenaje que merecía hace unos meses en el Senado” (cuando había sido designado ciudadano ilustre de la Provincia). Solá destacó que “fue un hombre público de servicio, que nunca pensó en su provecho personal sino en el de los bonaerenses”. (El Día, 16 de febrero de 2002).
Un extenso cortejo lo acompañó hasta el panteón familiar del cementerio platense, donde varios oradores también destacaron su figura.
Al analizar las trayectorias de las personalidades políticas que llegaron a ocupar el máximo cargo del ejecutivo provincial –inhumadas en el cementerio de La Plata– se visibiliza como jugaron sus roles como actores del campo político, tanto a nivel partidario como en la función pública. Cuáles fueron las estrategias de distinción simbólica usadas para acrecentar reconocimiento e importancia con la finalidad de construir y acumular su capital político y como lo conservaron o perdieron en algunos casos. Es importante resaltar la existencia de un hilo conductor invisible que constituye un modelo de percepción de la realidad política -el alsinismo– que los une a pesar de su pertenencia a distintas facciones políticas y diferentes momentos históricos, un hábitus asimilado en el proceso de socialización dentro de familias de tradición alsinista, que más allá de su mayor cercanía o lejanía histórica, los llevan a defender la autonomía provincial o los fueros provinciales, al decir de D’Amico, contra los desbordes del poder nacional.
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Archivo del Cementerio de La Plata
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Fecha de recepción: Marzo 29 de 2019.
Fecha de aprobación: Mayo 10 de 2019.