Green and gray: a tour of the Cemeteries of Dissidents (1833-1914)
Celeste Castiglione
castiglioneceleste@yahoo.com.ar
CONICET- Universidad Nacional de José C. Paz Instituto de Estudios Sociales en Contextos de Desigualdades
El presente trabajo busca realizar un recorte sobre los cementerios protestantes que se establecieron en Buenos Aires. Tanto la ciudad como la provincia, fueron escenario de esta migración en particular que se fue estableciendo durante las primeras décadas del siglo xix, sin un volumen significativo, pero con una importante influencia económica (Silveira, 2017). Su desembarco se consolida a partir de la independencia hasta fines del siglo xix con intenciones de formar parte de las colonias, para luego posicionarse en sectores clave de la economía pampeana, vinculada al ganado ovino, las estancias como unidad productiva, pero así también en los circuitos comerciales de la mano de los avances tecnológicos, comunicaciones y el ferrocarril, hacia el final del período. Esta migración también construyó sus propias iglesias, escuelas, clubes y cementerios, que comparten la estética y el ascetismo protestante, en un territorio cruzado por la influencia hispana y una importante desorganización y fragmentación política. En consecuencia, nos interesa indagar acerca del perfil de esta migración y las formas en las que establecieron los espacios destinados a la inhumación de los miembros de su congregación, a través de un recorrido por 17 cementerios y el estudio de los libros de registro de los inhumados de los de Victoria (de 1833 a 1861), Chascomús (de 1862 a 1888) y Quilmes (de 1888 a 1915).
The present work seeks to make a cut on the Protestant cemeteries that were established in Buenos Aires. Both the city and the province were the scene of this particular migration that was established during the nineteenth century, without a significant volume, but with an important economic influence. Their landing consolidated from independence until the end of the nineteenth century with the intention of forming part of the colonies, to later position themselves in key sectors of the Pampean economy, linked to sheep, ranches as a productive unit, but also in the commercial circuits hand in hand with technological advances, communications and the railway, towards the end of the period. This migration also built its own churches, schools, clubs and cemeteries, which share the aesthetics and Protestant asceticism, in a territory crossed by Hispanic influence and an important disorganization and political fragmentation. Consequently, we are interested in inquiring about the profile of this migration and the ways in which it established the spaces destined for the burial of the members of its congregation, through a tour of 17 cemeteries and the study of the registry books of the inhumados of those of Victory (of 1833 to 1861), Chascomús (of 1862 to 1888) and Quilmes (of 1888 to 1915)
Migraciones tempranas, Cementerios de disidentes, Buenos Aires, Siglo xix
Early Migrations, Dissenters' cementeries, Buenos Aires, 19th Century
El presente trabajo es parte de un acercamiento a los cementerios de disidentes. Se denomina así a las necrópolis que no son del credo católico, apostólico y romano, ni judías ni musulmanas. Estos fueron los primeros cementerios privados étnico-religiosos creados por la comunidad inglesa y escocesa, y en donde otras nacionalidades de escaso volumen y de religión protestante podían ser inhumados1.
En el momento que hemos elegido, Buenos Aires se encontraba atravesado por conflictos en todas las esferas (social, política y económica), sin un marco normativo ni catastral que diera el soporte mínimo para una migración planificada. Sin embargo, la emergencia de algunos países europeos y la Revolución Industrial llevaron a que el Río de la Plata, ya desembarazado de la estructura colonial fuera un espacio atractivo para que ingleses, escoceses, irlandeses, norteamericanos, de regiones alemanas y de países nórdicos, probaran suerte en la fértil llanura pampeana.
El establecimiento de anglosajones, trajo consigo también una estética que se manifiesta de una forma muy marcada en los cementerios: el equilibrio entre los materiales y la vegetación. En su gran mayoría cuentan con un camino central con una capilla en el medio o al final, pero no posee la estructura de tipo hispánico con dos vías principales que se entrecruzan, formando una cruz: aquí predominan los senderos y una adaptación a las irregularidades del suelo. No se percibe una jerarquía en cuanto a la ubicación, ni grandes edificios de bóvedas y panteones. La organización espacial se encuentra concentrada en la tierra más que en la proyección hacia el cielo. De las necrópolis recorridas, hay algunos rasgos comunes y otros que se diferencian, pero de forma menos marcada que en los cementerios municipales, más heterogéneos en su planteo estético. Aquí se evidencian ciertas líneas artísticas en común, con predominancia de piedras en donde la tierra, arbustos y árboles tienen un protagonismo central. Esto marca una diferencia con los cementerios católicos, en donde los panteones y bóvedas, –lo que está en la superficie y elevado–, predomina. De hecho, de los 180 panteones relevados, los neogóticos, de los cuales hemos encontrado una decena, poseen ese objetivo específico en su planteo arquitectónico: las líneas se elevan hacia el cielo en reconocimiento y acercamiento a lo divino (Sempé y Gómez Llánez, 2011). Los panteones neoclásicos, por otra parte, la gran mayoría, cumplen una función normalizadora, ya que en el apogeo de su construcción era la moda imperante. Sólo unos pocos poseen un estilo art noveau, y el resto combina un profundo eclecticismo.
En los cementerios protestantes, la gran mayoría cuenta con lápidas, de variada riqueza artística, con mármoles, calizas y granito de diversos colores, pero siempre rodeado de plantas que dan una idea de unidad al conjunto. Se destacan las cruces celtas, los ornamentos de hojas y frutos, así como las losas con inscripciones en inglés, o alemán a veces con letras góticas, que dan una continuidad material y simbólica en los que hemos visitado.
Consideramos al cementerio como un espacio ritual en donde se llevan a cabo prácticas religiosas que conectan a los sujetos sociales con la finitud, la trascendencia y sus creencias. De manera que, la forma en las que es pensado representa el sentido que le dieron a la muerte, y, para los que quedan, un mensaje dentro de la complejidad que implica morir en una tierra extranjera.
Nuestro trabajo se basa en un recorrido presencial que realizamos desde julio de 2013 hasta el presente sobre 162 cementerios, a fin de observar específicamente las marcas identitarias que los distintos grupos migrantes han imprimido allí. Se releva cualquier enunciación de nacionalidad en forma de cementerio, panteón, espacio, monolito, placa o tumba que evidencie un recorte étnico dentro del escenario. Asimismo, se han realizado entrevistas en profundidad a miembros de asociaciones migrantes, directores y administradores de cementerios e historiadores locales que contribuyeron a configurar este corpus específico de los Cementerios de Disidentes, como se llamaba a los protestantes de manera general, por parte de las autoridades que estaban bajo el credo católico. Hemos visitado los cementerios de disidentes do Redentor y Protestantes (San Pablo, Brasil), el Británico de Montevideo; El Salvador, Villa General Belgrano, Calamuchita (Córdoba), de Aldea protestante de los alemanes del Volga (Entre Ríos), Británico y Alemán (CABA), Lomas de Zamora, Azul, Chascomús y Quilmes. Estos últimos cuatro son partidos de la Provincia de Buenos Aires. Dentro de esta última hemos encontrado espacios específicos como el de Castelli, el suizo en Baradero, el danés en Tandil, el de los alemanes del Volga en Colonia Hinojo2. Asimismo, recurrimos a una importante fuente de la comunidad británica que digitalizó los libros de los cementerios de los que hemos elegido tres: el cementerio de Victoria (de 1833 a 1861) ya hoy inexistente, el de Chascomús (de 1862 a 1888) y el de Quilmes (de 1888 a 1915). Esta continuidad que planteamos, teniendo en cuenta sexo, países de origen, profesión u oficio y causa de muerte, nos permitirán observar algunos de los aspectos y el perfil de esta migración en particular, a partir de su última morada.
La Casa de Contratación, creada en Sevilla, es el primer cuerpo administrativo para comenzar su dominio y control poblacional con las Indias. Esta fomentaba el comercio y también expedía las licencias de embarque, que se registraban en un libro, con penas que variaban según su incumplimiento. Durante este período el número fue escaso, fundamentalmente de andaluces y extremeños, de capas medias, formando parte de las clases altas y urbanas del Nuevo Mundo (Márquez, 1993). Se estima que, en los dos primeros siglos, se asentaron aproximadamente 250.000 europeos que brindaron la base de la población actual, la criolla y a la que se sumó la africana sometida al régimen de esclavitud.
A partir de las reformas Borbónicas de 1776, con la fundación del Virreinato del Río de la Plata, y el libre comercio a partir de 1778, la aldea adquiere mayor importancia, por el puerto, los ríos que desembocaban y su conexión con los territorios del interior.
La estratificación social del Buenos Aires virreinal estaba conformada por figuras a) burocráticas y eclesiásticas de alto rango, b) comerciantes mayoristas principales, c) clérigos, comerciantes mayoristas y minoristas menos prósperos, abogados y funcionarios de menor rango, d) estancieros, artesanos, pequeños granjeros, empleados, dueños de pulperías y e) peones, jornaleros y servicio doméstico (Reitano, 2004, p. 73). A esta categorización habría que sumarle los esclavos. Asimismo, las estimaciones a fines del siglo xviii, muestran que la población urbana de Buenos Aires era entre 10.000 y 12.000 personas. De acuerdo a la misma fuente, el lugar de nacimiento de la población se repartía entre los nativos, nacidos en otras partes del virreinato, en España y los que consideraban extranjeros, sin especificar. Estos se encontraban asentados en las inmediaciones de la Plaza Mayor, y cuyos terrenos lindantes estaban divididos en ocho sectores urbanos de carácter administrativo, a los que denomina cuarteles.
Coincidimos con Fernando Devoto (2003), en que las transformaciones que afectaron la economía mundial impulsaron este movimiento poblacional de gran escala, y entre ellas, como parte del proceso, la puja entre las viejas estructuras y las nuevas. Una de las que queremos remarcar se basa en las cuestiones de herencia de la tierra que ponía en evidencia la desigualdad familiar. La conformación de esta unidad favorecía al hijo designado para que recibiera la casa y la tierra, compensando, si se podía, a los otros herederos. De manera que la disparidad que hasta hacía poco se toleraba, ahora tenía a América como una opción posible para conseguir sus propias tierras.
La religión católica amalgamaba gran parte de las diferencias en el movimiento constante de esta metrópoli en ascenso y las órdenes religiosas veían en estas tierras la posibilidad de expandir su grey. Las primeras que arribaron al Río de la Plata fueron los mercedarios (1536), los franciscanos (1538), los dominicos (1550) y los jesuitas (1585). Una de las funciones de las ordenes eran proveer de cristiana sepultura. En esos años el entierro en las iglesias era usual, y algunos miembros más devotos pedían ser sepultados lo más cercano a su santo y al altar de preferencia. Los comerciantes y sectores más prósperos eran parte de estas órdenes religiosas en los grupos laicos y éstos operaban en beneficio de la misma, sosteniendo casas de huérfanos y menesterosos a través de donaciones.
Los ingleses empezaron a arribar con gran interés por estas tierras desde épocas tempranas. Si bien no eran una comunidad importante en cuanto al volumen, lo era en cuanto a su influencia, a través de casas de comercio instaladas cerca de los puertos y en las ciudades principales, como Río de Janeiro, Valparaíso y Montevideo. Pero como estudia Graham-Yooll (2000) desde corsarios a jesuitas el continente americano fue de interés para Gran Bretaña. En 1711 el gobierno inglés sanciona una ley para crear la “Compañía de Comerciantes de Gran Bretaña en el Mar del Sur y otras partes de Sudamérica” (South Sea Company), con una intencionalidad política y comercial. En 1713 a través del Tratado de Uthech, se permitió que la Corona proveyera de esclavos a Sudamérica, hasta 1720. Este intercambio llevó a aventureros, exploradores, intelectuales, médicos y comerciantes, que comenzaron a incursionar en el territorio. Las invasiones de 1806 y 1807 si bien frustradas, comenzaron a mermar el poderío español en el Río de la Plata.
La presencia de anglo parlantes era escasa además de ser considerados “extranjeros” no sólo por no ser españoles sino por su religión, que llevó a muchos a convertirse. En los registros coloniales, todos eran englobados en la categoría “ingleses”, así fueran escoceses, norteamericanos e incluso irlandeses, aunque éstos últimos eran mejor considerados por su devoción católica (Korol y Sábato, 1981).
Sin embargo, los aspectos económicos seguían su curso. Hacia 1820 había un café llamado Faunch y un hotel Keen, regenteados por ingleses y que constituían lugares de reunión y festejo de los días nacionales, el cumpleaños del Rey, San Jorge y San Andrés. En esa década también se estableció la primera iglesia, el dispensario médico, las primeras bibliotecas y escuelas y arribó un grupo grande de escoceses que se instala en Monte Grande. La iniciativa se había originado con la propuesta de Juan y Guillermo Parish Robertson que lograron que Rivadavia firmara un decreto en 1824, autorizando el ingreso. El 22 de mayo de 1825 se embarcaron en la fragata The Symmetry of Scarboro en el puerto de Leith: 43 matrimonios, 42 hombres solteros, 14 mujeres solteras y 78 niños. Pero al llegar no estuvo el apoyo gubernamental esperado, de manera que los hermanos Parish adquirieron las estancias “Santa Catalina”, “Monte Grande” y “La Laguna”, para alojar a sus compatriotas, a fin de darles un lugar para vivir, aunque a los pocos años, comienzan a probar suerte en otros lugares (Municipalidad de Esteban Echeverría, s.f.). Las relaciones con la comunidad británica eran constantes, aunque algunas empresas no llegaban a concretarse, esta comunidad era de referencia para los proyectos de organización que se quisieran llevar a cabo, como el pedido que el gobierno le realiza al ingeniero James Evans, para que dibujara el plano para la provisión de aguas, cloacas y puerto así como la dirección del primer Banco cuyo presidente fue el británico William Cartwright. En 1823 se formalizan las relaciones con Gran Bretaña y se firman acuerdos importantes de amistad, comercio y libertad de culto. Los económicos se estancan hasta 1860, para luego reavivarse especialmente con el ferrocarril del sur.
Un aspecto significativo que permite sostener los altibajos de los extranjeros con la cambiante situación política local son las asociaciones que fundan, además de las tertulias y comercios de connacionales que servían de lugar de reunión e información3. En 1811 fundan la British Commercial Rooms, un club de comerciantes, cuya admisión era aprobada a través del voto positivo del resto. Se consideraba como miembros honorarios a Su Majestad, cónsules, vicecónsules, oficiales de guerra británica, capitanes y otros si eran presentados por otro socio. Este club masculino, cerrado, brindaba esparcimiento y relaciones sociales y era exclusivo para los que desarrollaban una actividad comercial. Llegaban los diarios y contaba con una biblioteca, que subvencionaban sus miembros a través de una cuota anual. En oposición a la rigidez de la primera, se crea la Buenos Aires Commercial Rooms. Esta permitía el acceso de una manera más flexible, y comenzó a ser la competencia de la primera que cierra sus puertas en 1830. Si bien compartía las pautas organizativas, la información corría de manera más fluida y se encontraba abierta a otras nacionalidades. Cuenta Silveira (2017) que en su azotea se podía observar el arribo de los barcos y se anotaba los datos en una pizarra para conocimiento de todos.
Un grupo más conservador, en disconformidad con la democratización comunicativa y la apertura a otras nacionalidades funda el Committee of British Merchants, en 1834, que buscaba relacionarse con las autoridades locales, los enviados de la Corona y los cónsules. Al mismo tiempo, los que no se sentían convocados, fundaron en la iglesia episcopal británica, el Meeting of British Subjects.
En 1841 se abrió el Club de Residentes Extranjeros, para el ocio y las relaciones comerciales, ambientado al estilo inglés. Se recibían diarios de manera regular de Brasil, Uruguay, Chile, Francia, Inglaterra y la sala se encontraba abierta de 8 a 24hs. Permitía –previa presentación de socio—el ingreso de otros comerciantes extranjeros que arribaban, llegando a tener 450 miembros en 1851, admitiendo a miembros de otras nacionalidades y nativos. Muchos de ellos formaban parte de los clubes, tenían una presencia activa en las iglesias y enviaban a sus hijos a escuelas, robusteciendo los lazos intraétnicos. La identidad británica se fortalecía a través de estas acciones, especialmente en los ingleses y escoceses que respondían a la Corona4, cuyo predominio en el mundo era indiscutido. En 1844 se inaugura el primer Hospital Británico en San Telmo, que luego es trasladado a Barracas, siendo una institución modelo y, el Hospital Alemán comienza por ser una salita de emergencia en virtud de la emergencia de la fiebre amarilla, en 1871.
De manera que la red de las comunidades británicas, escocesas, irlandesas y de otras nacionalidades europeas tenían un importante entramado con luchas internas, conflictos, pero también proyectos que reavivaban la comunidad y le daban vigor, que era retroalimentado con los flujos, poco numerosos, pero constantes.
Es importante destacar que, a partir de 1853 con la sanción de la Constitución Nacional, y la batalla de Caseros en 1862, comienza a formalizarse el Estado Nación que también tendrá efectos el en territorio. Las migraciones anglosajonas se concentrarán en las negociaciones y actividades comerciales vinculadas al ferrocarril, al mismo tiempo que disminuían o quedaban relegadas en función del volumen del impacto que tuvieron las mediterráneas hasta 1914.
Los protestantes que morían en Buenos Aires se enterraban de manera irregular en un enterratorio “prohibido cerca de Retiro, pero muy cerca de la Plaza Mayor, en el Hogar de los Bethlemitas en México y Defensa,” (Alfonsín, 1996), otro cercano al de Recoleta y uno descubierto años después en la actual Plaza 1° de Mayo.
En 1817, el comerciante Juan Christian Zimmermann comenzó a pensar en la construcción de un cementerio para los protestantes, a través de aportes económicos importantes.
Con el cambio operado por las reformas rivadavianas, la comunidad protestante le solicitó un espacio al Gobernador Martín Rodríguez. El 19 de marzo de 1821 se autorizó a la “Corporación del Cementerio Inglés”, que fue adquirido a través de suscripciones, a 700$. Se encontraba en el terreno lindero de la Iglesia del Socorro y su superficie fue de 15x63 mts., con una capacidad de 178 sepulturas5. Allí también se pudieron inhumar norteamericanos y alemanes, muchos de ellos marinos o comerciantes que empezaban a llegar. Ese fue un rasgo característico de estos cementerios.
Los oficios eran realizados por los ministros protestantes que estuvieran en funciones dentro de las comunidades. Hacia 1829 se solicitó una ampliación, que los vecinos lo impidieron, buscando otro lugar. Hacia 1833, el Gobernador Juan Manuel de Rosas les permitió adquirir los terrenos del llamado “Victoria”, habilitándose, quedando el primero abandonado hasta 18406. Si bien lo adquiere la comunidad inglesa, le subvende una parte a la alemana y la norteamericana y en el medio se construyó una capilla mortuoria para el culto. Gracias a la recopilación de las distintas instituciones7 y al libro de defunciones del Cementerio Victoria, hemos seleccionado la información presentada en las Tablas N.º 1a, 1b, 1c y 1d8.
Tabla Nº 1. Cementerio Victoria.
a) Defunciones por año y sexo
Años | Varones | Mujeres | Total |
---|---|---|---|
18339 | 4 | 1 | 5 |
1834-1837 | 147 | 50 | 197 |
1838-1841 | 156 | 52 | 208 |
1842-1845 | 227 | 78 | 305 |
1846-1849 | 186 | 63 | 249 |
1850-1853 | 267 | 94 | 361 |
1854-1857 | 298 | 101 | 399 |
1858-1861 | 352 | 109 | 461 |
Total | 1637 | 548 | 2185 |
b) Lugar de nacimiento de la persona fallecida
Buenos Aires | 692 |
Inglaterra | 573 |
Escocia | 264 |
Alemania | 192 |
Norteamérica | 168 |
Alemania | 77 |
Irlanda | 57 |
Francia | 14 |
Dinamarca | 9 |
Suecia | 9 |
Prusia | 8 |
Holanda | 7 |
c) Causa declarada de la muerte
Consumo | 223 |
Mal | 131 |
Inflamación | 99 |
Ahogo | 85 |
Muerte súbita | 59 |
Dentición | 54 |
Apoplejía | 37 |
Accidental | 29 |
Fiebre cerebral | 29 |
Fiebre | 29 |
Viejo | 29 |
Fiebre intestinal | 26 |
Decaimiento Debilidad | 25 |
Viruela | 20 |
Escarlatina | 18 |
d) Profesión del fallecido
boatman, marinero, capitán | 283 |
comerciante | 68 |
carpintero | 63 |
estanciero, farmer | 62 |
obrero | 39 |
empleado | 19 |
herrero | 12 |
zapatero | 12 |
cocinero | 9 |
sombrerero | 8 |
cirujano, médico, boticario | 7 |
jardinero | 7 |
En esta primera aproximación, no llama la atención la predominancia de los hombres con respecto a las mujeres, en este caso muy marcada, en una relación de 3 a 1. La cantidad de defunciones aumentaba conforme pasaban los años, lo cual colapsa el cementerio y motiva el pedido de extensión a las autoridades: o bien porque morían aquí o porque se enteraban de la existencia de este lugar.
De los tres cementerios en los que vamos a profundizar, éste será el que posea la mayor heterogeneidad en cuanto a países de origen. Es, sin duda el momento previo al apogeo colonial. Nos parece importante continuar con la lista porque evidencia la expansión ultramarina y da cuenta del dinamismo poblacional: Canadá (2), que en realidad son de Halifax, Nueva Escocia; Isla de Man (dependencia de la colonia) (2), Jamaica (colonia) (2), Noruega (2), Rio de Janeiro (2), Suiza (2), Indias Orientales (colonia) (1), Isla de Santa Elena (dependencia de la colonia) (1), Isla Tobago (1), Italia (1) y Marruecos (1). La diferencia de 88, corresponden a los que no fueron registrados por desconocimiento o descuido en esta categoría.
De los nacidos en Buenos Aires, un número importante era de niños, que de acuerdo al ius soli ya eran residentes, ya que, si bien se normativiza en la Constitución de 1853, se aplicaba con anterioridad. A veces al lado del nombre del padre ponían stillborn. Como ha estudiado Cowen (2012), el parto exitoso no era el fin de las preocupaciones que se relacionaban con los recién nacidos, siendo los niños las principales víctimas de las enfermedades en esos años (muerte súbita, dentición, fiebres).
A principios del siglo xix, el médico atendía a los enfermos sin lavarse las manos y manipulaban heridas sin conocer las causas microbiológicas de las enfermedades infecciosas. Las “calenturas” tenían su origen en una creencia fundada en un determinismo climático y/o estacional que influía en la salud. La enfermedad era un desequilibrio entre los cuatro “humores” (bilis negra, bilis amarilla, flema y sangre), que el médico y el boticario trataban de nivelar a través de reposo, baños, cataplasmas, purgantes, enemas, ventosas, etc. (Figuera von Wichmann, 2012). Recién a partir de mediados del siglo xix, Carlos III de España envió a un médico irlandés, Miguel O´Gorman, que junto a otro francés Agustín Fabré, dieron los primeros pasos de la medicina en el Río de la Plata, y junto a Cosme Argerich fundaron la escuela de medicina en 1801. En ese momento la viruela era la enfermedad más temida: “no respetaba linajes ni riquezas ni heredades” (Cowen, 2012, p. 10).
En cuanto a las causas, resulta importante el número de fallecidos que se dedicaban a las actividades navieras. Las causas de muerte vinculadas al “ahogo” a veces tenían al lado una aclaración detallada sobre el nombre del barco del cual formaba parte. “Accidente”, por lo general era por la caída de un caballo y los carros o bien “accidental pistol shot”, así como también “shot by a native” y “shot by mutiny”. El consumo, sin más detalles, será la principal causa de muerte, que algunos autores explican que no era literal en cuanto a su traducción, sino un desmejoramiento general.
El perfil socioeconómico, en este período, no era aún tan exitoso como lo será hacia el fin del período, pero suficientemente heterogéneo, lo cual brinda al grupo una red importante de lugares donde probar suerte. De los trabajos vinculados a la industria naviera, la mayoría eran marineros, grumetes o cocineros, seguidos por comerciante, muchos de los cuales eran “dependientes”, oficios manuales y “farmer”. En algunos casos explicitaban brevemente la trayectoria laboral “formerly seaman, lately assistant in public house” o “formerly seaman, lately servant”. En este período también se encuentra consignada la muerte de un cónsul norteamericano y el director del periódico British Packet an Argentine News, un diario que se editaba en inglés y que salió en Buenos Aires de 1826 a 1859 (Murray, 2006).
El costo del entierro variaba entre $12 (bebés), $25 y $50; aunque existía un servicio para los que no podían pagar que era subvencionado por la dirigencia del cementerio. A ellos los denominaban pauper9.
El gobierno de Martín Rodríguez (1820-1824) y las reformas rivadavianas dieron un impulso importante al interés de Gran Bretaña por la región que, a través de gestos importantes como el reconocimiento de la independencia, comenzaba a acercarse política y económicamente. En 1825 se firma el Tratado de Amistad, Navegación y Libre Comercio, que reconocía la soberanía de las autoridades políticas de Buenos Aires y les daba a los súbditos británicos derechos civiles y comerciales, derecho a la propiedad privada, libertad de conciencia y culto, eximiéndolos del servicio militar. También se abrieron circuitos de difusión para atraer agricultores, artesanos y mineros, comenzando a planificarse las colonias. Se estima que, en la década de 1820, se registraron cerca de 24 arribados procedentes de Gran Bretaña, llegando a ser el 37% entre los años 1825 y 1829, seguidos por españoles y franceses con un 18% respectivamente (Silveira, 2017).
Desde 1830 a 1860, –ya se conocían los fracasos colonizadores, la inestabilidad económica y financiera– las relaciones con Gran Bretaña se estancaron. Ese fue el momento de la migración irlandesa, que asentó sus bases en la cría y el comercio lanar (Castiglione, 2018). A partir de la presidencia de Mitre (1862-1868) se reactivan las relaciones, al mismo tiempo que los adelantos tecnológicos y comunicacionales trajeron inversiones británicas, y por ende el ferrocarril, símbolo inequívoco de este período. Al mismo tiempo los bancos, entidades financieras y comerciales, trajeron parte de su personal. De manera que, la migración angloparlante tenía representación en las diferentes clases sociales. Al mismo tiempo que desde lo discursivo, por parte de los grupos ideológico políticos, de la mano de Sarmiento y Alberdi, eran las corrientes deseadas y el perfil de ascetismo protestante, labrando los campos, confirmaban la figura del “inmigrante ideal”.
El fuerte San Juan Bautista de Chascomús nace en 1779, sobre un poblado muy pequeño donde se criaba ganado y se funda como partido en 1801. Se encuentra a la vera del río Salado, que, hasta las expediciones de exterminio de los pueblos originarios, constituía un límite frente a las montoneras. Posee una importante laguna donde se establecen las primeras ocho familias españolas en 1780.
En 1781 se levanta la primera capilla de adobe y paja y en 1804 se inician los primeros libros parroquiales de bautismos, matrimonios y defunciones. En 1825 se crea el Curato de Chascomús, bajo la protectora Santa Rosa de Lima y se comienza a planificar el pueblo. Llegando a 1830, alrededor la de la plaza, comienzan a instalarse la administración del Correo y la Iglesia de la Merced, y en las cercanías, las primeras estancias. Un inglés, Richard Black Newton, luego uno de los fundadores de la Sociedad Rural Argentina, introduce el primer alambrado en su estancia Santa María, a la vera del río Samborombón. Este pionero logra tener en su establecimiento un separador de vellón y una prensa de tornillo para enfardar la lana, logrando una importante fortuna diversificando inversiones, muriendo de cólera en 1868.
A partir de 1857, se instala la Congregación Escocesa Presbiteriana de San Andrés. Esta dependía del primer templo de esta congregación instalado en 1835, sobre la calle Piedras 55 en Buenos Aires, ya poseía una escuela y otro templo en Florencio Varela a mediados del siglo xix.
Esta localidad, a 125 km. de Buenos Aires era sin duda un territorio que poseía grandes beneficios para la agricultura y la ganadería. De manera que las estancias fueron una importante unidad económica. Los descendientes de esclavos erigieron su propio espacio religioso, denominada “La Capilla de los Negros”, que se mantiene hasta hoy. Una placa en la entrada que además conmemora el bicentenario de la ciudad dice: “Reliquia histórica de la Hermandad de los Morenos. El solar fue donado en 1862 por la Corporación Municipal para depósito de sus objetos festivos y religiosos, transformándose luego en capilla. Sirvió además como lazareto en las epidemias de cólera, fiebre amarilla y viruela en el siglo pasado” (Nota de campo, 2 de mayo de 2015).
Poco a poco, también, fueron llegando los italianos que fundaron asociaciones: La Rosa del Sud en 1873, La Fraternidad Italiana en 1876, se fusionan en 1880 bajo el nombre de Sociedad de Socorros Mutuos Unione Italiana de Chascomús y en 1890 Unión Italiana. Este derrotero de conflictos y separaciones, no es sufrido por los españoles que fundan la Sociedad Española La Fraternidad. Esta última posee un majestuoso panteón en la vía central del cementerio, donde también se encuentran tumbas irlandesas. Estos últimos si bien formaban parte de la comunidad angloparlante, pero profundamente católicos podían ser inhumados en el municipal.
Los escoceses comenzaron a reunirse en un lugar que denominaron “Rancho Kirk” en 1857, provisto por la Estancia La Adela, y adonde concurría el ministro Rev. Martín Ferguson a dar el servicio religioso. En 1873 se funda la capilla de San Andrés, junto al cementerio, inaugurado en 1866, en las afueras del casco urbano en un terreno cerca de la laguna “La Yalca”, propiedad de Thomas Bruce ya que el cementerio no permitió el entierro de otro credo, aun en circunstancias de urgencia dado que la fiebre amarilla y el cólera azotaron de manera importante esta región, a partir de 1865. Para su adquisición y sostenimiento se resolvió que toda persona que tuviera ovejas pagaría el canon equivalente a 10 sobre 1000 de su rebaño (El Ágora, 2015). En ese momento, la comunidad escocesa, inglesa e irlandesa era de aproximadamente 1500 personas.
El cementerio municipal se crea en 1868 y se denomina “nuevo”, ya que antes existía otro espacio, pero no reunía las característica de la formalidad que ya se requerían (Municipalidad de Chascomús, s.f.). A su entrada se encuentra una inscripción que versa: “Ancha es la puerta, pasajero avanza. Y ante el misterio de la tumba advierte, como guardan las puertas de la muerte, la fe, la caridad y la esperanza”. En virtud de lo presentado, Chascomús se encontraba atravesado por múltiples nacionalidades, pero se individualiza la comunidad angloparlante, que hemos recortado de 1866 a 1888, cuyos registros si bien poco rigurosos, nos permiten tener una aproximación (Tablas N.º 21, 2b, 2c y 2d).
Tabla Nº 2. Cementerio de Chascomús
a) Defunciones por año y sexo
Años | Varones | Mujeres | Total |
---|---|---|---|
1866-1868 | 9 | 4 | 13 |
1869-1872 | 32 | 13 | 45 |
1873-1876 | 33 | 19 | 52 |
1877-1880 | 34 | 19 | 53 |
1881-1884 | 33 | 14 | 47 |
1885-1888 | 24 | 24 | 48 |
Total | 165 | 93 | 258 |
b) Lugar de nacimiento de la persona fallecida
Buenos Aires | 66 |
Escocia | 39 |
Inglaterra | 27 |
Irlanda | 4 |
Alemania | 4 |
Francia | 2 |
Tasmania | 1 |
Prusia | 1 |
Norteamérica | 1 |
Italia | 1 |
Dinamarca | 1 |
Australia | 1 |
No registra | 110 |
Total | 258 |
c) Causa declarada de la muerte
Inflamación intestinal | 12 |
Congestión cerebral | 12 |
Accidente | 11 |
Causas naturales | 11 |
Indigestión | 10 |
Cólera | 9 |
Inflamación pulmonar, bronquitis | 9 |
Tétanos | 9 |
Consumo | 8 |
Corazón | 8 |
Escarlatina | 7 |
Viruela | 5 |
Cáncer | 5 |
Fiebre amarilla | 5 |
Tifus | 5 |
d) Profesión del fallecido
criador de ovejas | 12 |
estanciero | 5 |
maestros | 3 |
carpintero | 1 |
marinero | 1 |
jabonero | 1 |
comerciante | 1 |
cirujano | 1 |
trabajador | 1 |
maquinista | 1 |
Coincidimos con Bjerg (2010) que el análisis migratorio no puede soslayar la importancia del medio en donde se instalan y que significa un espacio urbano y otro rural en momentos donde la cuestión política aún no se había consolidado, y, en ese momento, Chascomús era un poblado en crecimiento, pero con todas las características de un espacio rural. Recién a partir de 1862 y hasta 1880, se inician las presidencias llamadas “fundacionales” (Mitre, Sarmiento y Avellaneda), porque justamente fueron los que sentaron las bases de una infraestructura material y simbólica para el modelo agroexportador y el régimen conservador que se inauguraría bajo el nombre de Generación del Ochenta y en donde estos pueblos juegan un rol importante.
Por esa razón, no es extraño que esta irregularidad en los registros no fuera controlada y pervivan más en lo oral que en lo escrito. Como se observa, predominan los hombres, pero no de una manera demasiado pronunciada, de manera que aúna la idea de que la migración anglosajona ya tenía las bases para ser familiar.
Dentro de los nacidos en las islas británicas, predomina la nacionalidad escocesa, seguida por la inglesa. Incluso los irlandeses son escasos, ya que habían emprendido una expansión hacia otras regiones. Los trabajos son básicamente vinculados al ámbito rural, pero aparecen los maestros (hombres) por primera vez.
Aquí se observa un eco de la tendencia que encuentra Silveira (2017) en cuanto a los cambios que operan a partir de la segunda mitad del siglo xix, con respecto al perfil laboral de los emigrantes: disminuyó la cantidad de artesanos y trabajadores preindustriales y de servicios y aumentaron los empleados y propietarios del sector terciario los que ejercían actividades rurales. En este caso se observa un afianzamiento de este colectivo en el campo y la compra de tierras. Asimismo, los comerciantes, empleados y dependientes que trabajaban en torno a las inversiones británicas, vinculados al transporte y las comunicaciones, permanecían en el ámbito urbano. De los que se dedicaban a las tareas del campo, siguiendo a esta autora, un tercio era inglés y el 40% era escocés, que como vimos en el primer cementerio habían arribado para este tipo de tareas, con especificidad en el ganado ovino, que además daba beneficios a corto plazo y estaba desregulado su impuesto en la aduana inglesa.
De todas maneras, si bien existía un mercado de trabajo en formación, el país no daba las garantías y certezas que otros territorios podían suministrar. Por esos años, las colonias administradas por la misma Corona, se conformaban como los lugares ideales para cosechar y criar lo que la industria empezaba a necesitar. Los informes de los funcionarios británicos y las cartas de los emigrados no eran halagüeños, desalentando la continuidad y el aumento progresivo.
En este momento, entre la independencia y la organización del Estado Nación, la idea de la fundación de colonias y el asentamiento de parejas tenía momentos en los que se reflotaban ese tipo de proyectos demográficos, de manera que la presencia femenina se encuentra presente en la migración escocesa e inglesa, pero va a perder vigor. En el caso del cementerio de Chascomús, las mujeres aparecen con el nombre del marido dentro de la categoría de profesión u oficio: “wife of…”, una forma de registro diferente al del cementerio Victoria. Una primera vista parecería indicar que sólo se consignaban las personas que ellos consideraban relevantes, los “dueños” los “landowner”.
En cuanto a las causas de muerte se encuentran distribuidas de manera heterogénea, resultando extraño que las muertes por fiebre amarilla o cólera no fueran más elevadas.
A veces existe un subregistro y otras, una explicación detallada de las causas y circunstancias de la muerte de las cuales copiamos algunas a modo de ejemplo: “peritonitis from stabbing, murdered defending a friend”, "rayo", killed by lightning”, “found dead in camp, drink”.
El cementerio de “los ingleses”, como lo llaman es unespacio abierto, luego de pasar el frontispicio, muy austero con un bajorrelieve que dice “Cementerio Protestante” y una reja estilo colonial, se observan filas de pinos muy antiguos y frondosos, sembrados con la intención de marcar los senderos, lugares y espacios.
Durante este período comienzan a profundizarse las condiciones que dan lugar a la gran fiebre amarilla de 1871. La ciudad de Buenos Aires tenía a orillas del Riachuelo una zona en donde los más vulnerables y los grupos más pobres encontraban una pieza, una casilla y se aglutinaban también las actividades condiciones de vulnerabilidad e higiene, tuvo su epicentro la epidemia. Esto provocó que las familias que poseían sus casas de descanso en las afueras se desplazaran huyendo de las miasmas y vapores en lo que hoy es Belgrano, San Isidro, Olivos. Esto provocó una división que permanece hasta hoy, con el sur pobre (La Boca, Barracas, San Telmo, Constitución, Balvanera, Montserrat), como el “patio trasero” de la ciudad en contraposición al norte rico y con calles adoquinadas y pasajes que llevaron a que los europeos pensaban que estaban en la “pequeña París”. La fiebre tuvo importantes consecuencias en distintos órdenes. A nivel político marcó la necesidad de que el Estado (ya conformado), interviniera en esta gran emergencia de salud pública y lo hizo con el soporte ideológico del higienismo. Esto llevó a que la mirada estuviera puesta en un concepto de orden interrumpido y categorización de los que elementos sociales que provocaban la “enfermedad”. Dentro de esta necesidad de legislar y normativizar el espacio, la ciudad (considerada como un cuerpo humano) y los pueblos que se estaban formando debían tener sectores específicos. A partir de 1870 los cementerios que se construyeron por la emergencia de la fiebre amarilla tuvieron características comunes: seguían el modelo hispánico (en forma de cruz, que además permitían el cruce de vientos), alejados del casco urbano, espacio para la entrada de coches y caballos, desagüe, arboleda (Vieyra, 2009). Esta distribución en calles para grupos y familias relevantes para esa sociedad, que eran además las más antiguas ya que el crecimiento del cementerio crecía hacia afuera, en caso de poder hacerse, ampliando el perímetro (Ferrer, 2003). El aumento del comercio, la frecuencia de los barcos y la conformación de una oligarquía terrateniente, llevó a la adquisición de materiales refinados y maestros de oficios que viajaban a realizar obras funerarias por encargo.
El tercer caso que vamos a analizar se encuentra en una situación intermedia: no es urbano ni rural. Por momentos posee elementos de pueblo, y por otro, la cercanía con la capital le otorgaba elementos de modernidad que lo sitúan en un lugar complejo para su análisis, dado también el período tomado y en donde los flujos anglosajones cambian, especificando nichos económicos y que disminuyen desde el primer censo de 1869, al de 1895 hasta el de 1914 (Massé, 2016).
El partido de Quilmes se encuentra en el sur del conurbano bonaerense: posee costas, y limita con Avellaneda (el partido más inmediato a la Ciudad de Buenos Aires), Alte. Brown, Berazategui, Lanús, Lomas de Zamora y Lanús. Las primeras tierras fueron repartidas a tres acompañantes de Juan de Garay, sus costas usadas para el contrabando y el tráfico de esclavos.
La parroquia de Quilmes fue creada en 1784, y toma el nombre de los indios que habitaban esos territorios. En 1890 se instala la cervecería Brasserie Argentine S.A., hoy cervecería Quilmes, Cristalería Rigolleau y fábricas, como la de fósforos, que les daban trabajo a los primeros pobladores migrantes, especialmente italianos, que se establecieron. La llegada del ferrocarril y una buena red de tranvías hicieron de este partido una opción para vivir y poder desplazarse diariamente a la ciudad.
La historia de los espacios de entierro coincide con el de otros lugares: primero junto a la Iglesia principal y en 1842 se dispuso su traslado, pero el lugar elegido no fue el adecuado, medio abandonado, las tumbas servían de cuevas de vizcachas. Por orden del juez de paz y con donaciones vecinales se iniciaron las tareas para la construcción adecuada del cementerio. Pero no se realizaron bien los cálculos y habían tomado dos solares del Dr. Valentín Alsina, y tuvieron que compensarlo con otros, de la misma extensión. Sin embargo, los conflictos por los terrenos no culminaron, en sus límites estaba la residencia de verano del presidente José Evaristo Uriburu que luego compró la familia Cambaceres, todos parte de la oligarquía argentina. Pero este cementerio se colmó por las epidemias de cólera de 1868 y de la fiebre amarilla en 1871 (Iurescia, 2008).
En 1867 un personaje fundamental de este período, Eduardo Wilde y el juez de paz Otamendi, consideran instalar un cementerio en “las afueras”, Ezpeleta. El lugar adecuado era propiedad de Juan Clark a quien le comprar parte del terreno y comienzan el traslado. En 1870 se dictó el reglamento del cementerio, estableciendo las medidas de las sepulturas, tipos de enterramientos, etc. y un pozo de agua con molino. En 1873 se inaugura oficialmente el cementerio de Ezpeleta, destinándose el viejo a una plaza pública.
Tabla Nº 3. Cementerio de Quilmes
a) Defunciones por año y sexo
Años | Varones | Mujeres | Total |
---|---|---|---|
1888-1891 | 16 | 6 | 22 |
1892-1895 | 24 | 12 | 36 |
1896-1899 | 28 | 14 | 42 |
1900-1903 | 17 | 9 | 26 |
1904-1907 | 12 | 18 | 30 |
1908-1911 | 15 | 10 | 25 |
1912-1915 | 20 | 15 | 35 |
Total | 132 | 84 | 216 |
b) Lugar de nacimiento de la persona fallecida
Inglaterra | 74 |
Argentina | 60 |
No registra | 29 |
Escocés | 23 |
Alemán | 19 |
Danés | 3 |
Holandés | 2 |
Francia | 2 |
Irlanda | 1 |
Dinamarca | 1 |
Nueva Zelanda | 1 |
Norteamérica | 1 |
Total | 216 |
c) Causa declarada de la muerte
Sin causa registrada | 89 |
Inflamación | 26 |
Corazón | 23 |
Cáncer | 13 |
Recién nacido | 9 |
Accidente | 9 |
Estómago, gastroenteritis | 8 |
Tuberculosis | 6 |
Consumo | 6 |
Empacho | 3 |
Hemorragia | 3 |
Difteria | 2 |
Envenenado | 2 |
Fiebre tifoidea | 2 |
Gangrena | 2 |
Apoplejía | 1 |
Golpe de calor | 1 |
Cólera | 1 |
Hidropesía | 1 |
Tísis | 1 |
Convulsiones | 1 |
Tos convulsa | 1 |
Sarampión | 1 |
Disentería | 1 |
Arterioesclorosis | 1 |
Colitis | 1 |
Meningitis | 1 |
Senil | 1 |
Total | 216 |
En 1888, Mr. A. D. Stewart comenzó los trámites, como presidente de la Asociación Protestante de Quilmes, para que se destine a sus socios. Carlos Clark, propietario de las tierras vecinas a la necrópolis municipal, donó parte de sus tierras (Agnelli, 2009). A la entrada se lee “El cementerio fue creado por iniciativa del Sr. Carlos Clark quien en el año 1887 hizo generosa donación del terreno en que se encuentra instalado. Reconocimiento de la Corporación año 1970”. Su estética no difiere del resto, con las lápidas verticales, pero posee una importante pared que lo circunda y la capilla en el interior.
En este caso se da por primera vez el caso de un registro mayor entre las mujeres en el cuatrienio de 1904-1907, aunque la diferencia siempre es mayor para los hombres. Hay un predominio de ingleses y un mayor número de alemanes. En cuanto a las causas, existe un importante subregistro, aunque algunas enfermedades ya poseen un nombre más actual. Lamentablemente en estos libros no se consignó la ocupación u oficio.
Los ingleses y escoceses que arribaron en la primera mitad del siglo xix emigraban de núcleos urbanos, desempleados por el cambio en las formas de producir, pero con saberes vinculados a actividades artesanales, comerciales y de servicios. La mayor parte de los ingleses encontró su desarrollo en la ciudad, así como una gran parte de los escoceses lo hizo en el campo. También es en esta primera parte que las promesas rivadavianas de colonias y empréstitos no fueron las esperadas, pero los jóvenes y las parejas de jóvenes familias ya estaban aquí.
En la segunda mitad del siglo xix, lo que cambió fue el lugar de Inglaterra en el mundo y gran parte de los emigrados pudieron utilizar los lazos en su beneficio comercial, con líneas barcos específicos, mejoras y certidumbres que otorgaban las propias empresas británicas. La explosión de Inglaterra como potencia mundial proporcionó un dinamismo que permitía que una amplia coloratura de posibilidades pudiera llevarse a cabo: el pionero, el aventurero hasta el que poseía un pequeño (o gran) capital o un saber especializado encontraban posibilidades de desarrollo y de estatus, que ya en su país no podían adquirir. ¿Cabeza de ratón o cola de león? Aquí, “el inglés” (aunque fuera irlandés, escocés o norteamericano) tenía un lugar de prestigio y las élites porteñas veían en ellos al “inmigrante ideal”. Con el resto de los migrantes y criollos mantenían cierta distancia que se profundizaba con la frontera del idioma que los encapsulaba en sus clubes, escuelas y diarios. Lo mismo pasaba con los alemanes, suizos o daneses, en donde la lengua y el escaso volumen los encontraba más encerrados aún en pequeñas comunidades, con excepciones de personalidades que rompían el cerco y se hacían conocidas.
Tal fue el caso del danés Juan Fugl, porque muestra la convivencia entre las nuevas y las viejas estructuras ya que emigra a causa de una dinámica vinculada a la tenencia de tierras que estaba empezando a ser cuestionada, en donde el primogénito era el único beneficiado. En momentos de cambios tan profundos y transversales que se estaban desarrollando en Europa, algunos estados conservadores ratifican esta postura, llevando a que la emigración a otros territorios, por parte de los hijos siguientes, ahora fuera una opción concreta. Así lo hizo Fugl, maestro, que en 1844 junto a una veintena de familias y un grupo de solteros se establecieron en lugares como Tandil. Allí desarrolló su actividad mitad del tiempo en el pueblo, donde puso una panadería y un molino y la otra mitad en el campo, llegando a ser intendente y juez de paz. Al poco tiempo pudo traer a otras familias, pastores de la iglesia, y logró, gracias a sus contactos e influencia, un sector dentro del cementerio municipal para los que comenzaban a morir en esas tierras. Esa misma necrópolis posee seis panteones de los españoles y siete de italianos, que evidencian la importante presencia de la migración en esos lares. A modo de anécdota, Larsen de Rabal cita Fugl, en su libro: “De la emigración a esas colonias no se tenían noticias ni existían tampoco. Y por lo tanto nuestro viaje se consideraba una aventura y cosa de locos. Era el clima templado y la fertilidad de la tierra lo que nos había tentado como hijos de agricultores que éramos. Teníamos conocimiento de que en Buenos Aires vivían dos médicos daneses: el Dr. Fürst y el Dr. Saxild. Para éste último traíamos cartas de recomendación” (1989, p. 17). El total desconocimiento del lugar al que se arribaba da cuenta del grado de riesgo que estos migrantes tomaban. Sin embargo, pioneros como Fugl, que tuvieron lo que algunos denominarían como un migrante sumamente exitoso, vuelve a morir a la Dinamarca que lo expulsó.
Pero, en definitiva, el recorrido de las comunidades inglesas y escocesas y sus descendientes se pueden rastrear hasta el presente. Lugares como Hurlingham, Temperley, Lomas de Zamora, Barracas o Caballito tienen su zona “inglesa”, así como muchas estancias y establecimientos rurales en la pampa y la Patagonia. La impronta en los cementerios es similar a los visitados en San Pablo, Montevideo y México, ciudades con una presencia migratoria muy importante al igual que en Buenos Aires. Se destacan detalles, como el cementerio británico de Montevideo, adquirido por la Sociedad Inglesa, que posee un monumento en forma de obelisco sobre un pilar, con el busto de la reina Victoria erigido en 1902 en conmemoración por su muerte. Este también tuvo un derrotero similar al primero que analizamos en Buenos Aires se da también aquí: dos años antes que se constituyera como país Uruguay en 1828, el cónsul británico trata de conseguir un espacio para enterrar a sus connacionales para luego, encontrar el lugar definitivo en 1875, al lado del Buceo.
Este recorrido nos muestra que si bien escasas, estas migraciones estuvieron presentes desde los tiempos coloniales. Asimismo, la flexibilidad que permitía el protestantismo en todas sus corrientes y adaptaciones, abrió las puertas de sus cementerios a todos los que lo solicitaran, ampliándolo rápidamente a sus descendientes y los miembros de matrimonios exogámicos. Primero con flujos heterogéneos, desde marineros, pastores, comerciantes, poetas, viajeros y aventureros, que al poco tiempo encontraron un nicho laboral, que se nutría con el descomunal éxito de Inglaterra en el mundo. Asimismo, la Corona siempre asistió con representantes diplomáticos, y comunicación permanente, a la espera de tiempos propicios para desembarcar con su modelo económico. Esto les permitió sostener su comunidad y adquirir espacios de celebración, ritualidad religiosa y enterramiento, con un criterio estético similar, que perdura hasta el presente.
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Fecha de recepción: Abril 16 de 2018.
Fecha de aprobación: Setiembre 04 de 2018.