Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales

Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco

ISSN 2347-081X

http://www.revistas.unp.edu.ar/index.php/textosycontextos

2021. Núm. 9. 9-24

Propuestas de desarrollo en la meseta central chubutense

Una cuestión de economía, política, ambiente y sociedad

Development proposals in the central plateau of Chubut province: A matter of economy, politics, environment and society

Florencia Magalí Coulter

florcoulter@gmail.com

UNPSJB

Fecha de recepción: 29 de noviembre de 2020

Fecha de aprobación: 17 de marzo de 2021

Fecha de publicación: 31 de julio de 2021

Para citar este artículo: Coulter, F. M. (2021). Propuestas de desarrollo en la meseta central chubutense: Una cuestión de economía, política, ambiente y sociedad, Textos y Contextos desde el sur, Número 9, 9-24.

Resumen

En el presente trabajo se analizará la propuesta político económica impulsada en la meseta de la Provincia de Chubut, Patagonia Argentina, en el marco del proyecto de megaminería a cielo abierto por una empresa multinacional (PanAmerican). Específicamente se analiza dicho proyecto en contraposición a un modelo a escala menor, que apuntaría no solo al desarrollo de las poblaciones de esta región, sino también a la sustentabilidad y eficiencia bioenergética. Tendrán lugar cuestiones de índole socio-cultural tales como la preservación del patrimonio como herramienta clave para la conservación y perpetuidad de las identidades locales, como también se aplicará el enfoque agroecológico. Los datos obtenidos para esta investigación surgen de una exhaustiva revisión bibliográfica y posterior perfeccionamiento del bagaje teórico adquirido.

Abstract

The following article will analyze the political-economic proposal promoted in the central plateau of Chubut province, located in the southern part of Patagonia Argentina, in terms of an open-pit mega-mining project developed by the transnational corporation PanAmerican. This project is specifically analyzed in comparison to a smaller-scale model that aims to bring development to the communities on the central plateau, as well as being sustainable and bio energetically efficient. Social and cultural issues will be included, like heritage preservation as a key tool for conservation and permanence of local identities. An agroecological approach will also be applied. The data obtained for this research is the result of a thoroughly bibliographical review, with a subsequent improvement of the body of knowledge acquired.

Palabras Claves

Desarrollo, Extractivismo, Sustentabilidad, Meseta, Turismo.

Keywords

Development, Extractivism, Sustainability, Plateau, Tourism.

Introducción

En el presente trabajo se analizará la propuesta político económica impulsada en la meseta de la Provincia de Chubut, Patagonia Argentina, en el marco del proyecto de megaminería a cielo abierto por una empresa multinacional (PanAmerican). Específicamente se analiza dicho proyecto en contraposición a un modelo a escala menor, que apuntaría no solo al desarrollo de las pobla-ciones de esta región, sino también a la sustentabilidad y eficiencia bio-energética. Tendrán lugar cuestiones de índole socio-cultural tales como la preservación del patrimonio como herramienta clave para la conservación y perpetuidad de las identidades locales, como también se aplicará el enfoque agroecológico.

Varias investigaciones en ciencias sociales dan cuenta de que nuestra vida se desenvuelve en un mundo globalizado, dinámico y cambiante. En este escenario, términos como desarrollo y crecimiento van de la mano asociados al progreso, casi de manera inherente, serviles al renombrado modelo “centro-periferia”. Este modelo le ha asignado roles o funciones a las economías subdesarrolladas en el mercado mundial, sin considerar los factores político-sociales implicados en su dependencia para con esos países “centro” (Cardoso & Faletto, 1990). La globalización no es un hecho estático, sino que es un dinamismo envolvente que, bajo el tópico económico, amalgama la internacionalización del capital con el perfilamiento económico de los países. Establece, de esta manera, regiones como unidades económicas en un contexto o escenario determinado por el capital. Pero como también engloba aspectos socio-culturales, este fenómeno deja instalada la dicotomía entre la tendencia homogeneizadora que plantea y la respuesta de revalorizar cuestiones étnicas, culturales y patrimoniales endógenas (Marini, 2007).

Desde la perspectiva adoptada se entiende que desarrollo es un concepto que está sesgado, tanto ideológica como subjetivamente. La oposición capitalista desarrollo vs subdesarrollo, exhibe la carga de connotaciones. Así, el primero se ha convertido en escape del segundo. En palabras de Rodolfo Stavenhagen (1981), ante esta situación la solución se instala alrededor del impulso de las relaciones sociales capitalistas plenas, que darían paso al estado de desarrollo.

Estos debates teóricos abren algunas preguntas en relación a las propuestas de explotación minera en la provincia del Chubut. Específicamente buscamos responder, ¿qué sucede cuando las gestiones de políticas económicas neoliberales dejan a la deriva territorios desfavorecidos, quedando en manos de grandes compañías transnacionales? ¿Cómo puede relacionarse el desarrollo a escala menor, asociado al turismo, con una zona tan particular como lo es la meseta chubutense, teniendo en cuenta que es necesario incorporar enfoques agroecológicos para la gestión de sistemas agropecuarios? Mediante esta reflexión teórica, a lo largo del presente retomaremos estos interrogantes. Comenzaremos por analizar la situación provincial y luego la de la meseta central para comprender las razones por las cuales es vista como espacio potencial para el desarrollo de la actividad megaminera. En segundo lugar se abordarán los impactos en relación al turismo y al posicionamiento de Chubut como destino turístico. En tercer lugar se plantea e igualmente se aplica el enfoque agroecológico. Posteriormente se trata la resistencia social a la megaminería, más el valor identitario de la meseta.

Para avanzar en este sentido trabajamos con datos obtenidos de una exhaustiva revisión bibliográfica, con el posterior perfeccionamiento del bagaje teórico adquirido.

Discusiones teóricas que permiten pensar a la provincia del Chubut como territorio potencial para la explotación megaminera

Anteriormente se mencionó que la comparación entre desarrollo y subdesarrollo surge a partir del sesgo conceptual que atraviesa a ambos términos. Como la vara que establece los parámetros y límites entre uno y otro proviene de una mirada norteamericana y posteriormente eurocéntrica –porque estas sociedades modernas se fijan como ideal, e incluso como objetivo sociopolítico ya que se busca alcanzar el nivel de organización social y económica que el “primer mundo” ha alcanzado (Dos Santos, 2002)–, cuando es aplicada a países latinoamericanos termina invalidando las características propias de cada sitio en pos de esa búsqueda de “mejora” (Friedensforschung, 2006). Esta exclusión de aspectos intrínsecos tiene lugar cuando los hábitos y costumbres que son “contrarias al progreso” empiezan a ser consideradas una fuerza enemiga internalizada (Beigel, 2006).

Estas palabras están determinadas por las tendencias extractivistas, que son características del capitalismo y han dejado graves estragos en las esferas sociales, económicas y medioambientales de los países que resultan dependientes. En ese intercambio hay una transferencia de valores, y se genera una apropiación de plusvalía proveniente del país menos favorecido que debe padecer no solo la explotación de sus recursos –que son bienes comunes1– sino la explotación laboral que se sucede en su estructura interna, con tal de satisfacer las exigencias de la economía capitalista mundial (Marini, 2007).

La dependencia surge como tal desde que se ha instalado la división internacional del trabajo, que ha configurado los roles y las relaciones de producción en una economía global, donde los países independientes poseen privilegios tales como el monopolio de la tecnología (agravando la subordinación a los países centros, porque impiden así la innovación tecnológica) y la posibilidad de transferir actividades de carácter industrial a los países más atrasados. Se han dividido, así, entre ellos las distintas etapas productivas, con lo cual se ha evitado la conformación de economías nacionales integradas, perpetuando estas condiciones dependientes. Entonces, puede decirse que los países dependientes están en una lucha constante para acortar las distancias entre los centros más avanzados y sus realidades (Marini, 2007).

Tal como lo plantea Marx, posteriormente recuperado por Guido Galafassi (2012), el reconocimiento de la tecnología y el territorio como aspectos claves en la producción social de la existencia radica en que de ellos dependen las relaciones sociales, y la producción y reproducción de las mismas; además están vinculados a la transformación de los territorios y sus entramados sociales. Por lo tanto, la dependencia es entendida como una relación de subordinación en la cual se incluyen distintas visiones que explicitan que esta vinculación se produce no solo por factores estructurales externos, que actúan como restrictivos, sino también por la convergencia estratégica de acuerdos entre el capital mundial multinacional y la burguesía nacional (que posiciona su poderío en detrimento de las clases más populares). En relación a esto, Cardoso y Faletto (1990) proponen que son las acciones de determinados grupos las que hacen posible y sostienen la dependencia; y como menciona Dos Santos (2002), este fenómeno se refleja, además, en la estructura ideológico-política. Los seres humanos producimos y reproducimos el orden social que caracteriza nuestra realidad, por lo tanto, puede decirse que la dependencia será un modelo con continuidad hasta que se produzca la supresión de las relaciones sociales y de producción que la definen (Marini, 2007).

Desde la postura adoptada, se entiende al extractivismo como la práctica productiva servil al capitalismo y la globalización, que explota recursos naturales de manera intensiva, que arrasa a través del despojo en los sitios donde se emplean estas técnicas, y donde la naturaleza pasa a ser mercantilizada. Siguiendo con lo planteado, estas corrientes extractivistas son imposibles de sostener en el tiempo (Grigera & Álvarez, 2013). La explotación del recurso supone su agotamiento, es decir, socava su sustentación al no considerar los ciclos de agotamiento de los recursos, provocando la consecuente caída de la actividad en cuestión y efectos –mayoritariamente– irreversibles en la naturaleza. El uso destructivo e irresponsable que ejerce el capital provoca costos o consecuencias que pasan de ser privados a ser sociales, porque repercuten en la sociedad local sin afectar al capital inversor, mientras que una vez terminada la explotación la empresa se traslada a otros espacios para iniciar un nuevo proceso de saqueo (Galafassi, 2012). En relación a esto, Svampa y Viale (2014) explican que el pro-extractivismo está asociado a la ilusión desarrollista, que concluye en una resignación donde al final no se encuentra otra forma de alcanzar el desarrollo que no sea a través de la sobreexplotación de los recursos que se poseen.

Podemos acordar, en términos generales, que por mejora o progreso que deviene del desarrollo estamos englobando al desarrollo social –mejoras en la calidad de vida en distintos aspectos como ser el acceso a la salud, educación, vivienda, garantizar la seguridad social, empleo, reducción de pobreza, desigualdad y desnutrición, etc. (Midgley, 1995)– que para asegurar su continuidad es necesario que pueda sostenerse en el tiempo, para lo cual enlazamos a la sustentabilidad –satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de que las futuras generaciones puedan satisfacer las suyas (Informe Brundtland, 1987)– con equilibrio entre los ejes social-económico-ambiental: equitativo, viable y soportable. Además, para que sean mejoras plenas, deben responder a planificaciones integrales de desarrollo.

Ahora bien, en la Patagonia Argentina, más específicamente en la provincia de Chubut (ver Figura I), están en discusión dos propuestas de desarrollo aparentemente opuestas. Por un lado, se ha trabajado en la construcción turística de la imagen provincial de manera tal que se ha construido un imaginario social en el que se la asocia con los lemas “pura naturaleza” o “naturaleza sin límites”, entre otros, y, de hecho, Chubut constituye un eco-destino que busca apuntar a la sustentabilidad2. Por otro lado, en la meseta central de esta provincia (zona que involucra los departamentos Mártires, Paso de Indios, Gastre y Telsen), dentro del departamento Gastre, entre las coordenadas 42°24’54.0’’S 68°49’12.0’’O, con una elevación de 1.200 metros sobre el nivel del mar, se localiza el “Proyecto Navidad” de megaminería a cielo abierto, perteneciente a la compañía PanAmerican Silver. Esta zona del territorio se caracteriza por ser semi-árida, ventosa y fría, propia de la estepa patagónica. Como es posible observar en la Figura II, próximas al emplazamiento de este plan megaminero se encuentran las localidades de Gan Gan (47 km aprox.), Gastre (35 km aprox.) y la comunidad de Blancuntre (25 km aprox.).

Figura I: ubicación de la provincia del Chubut en Argentina. Fuente: Google Earth, 2021
Figura I: Ubicación de las principales ciudades de Chubut, el emplazamiento del proyecto megaminero "Navidad", las localidades cercanas a él, la naciente del Río Chubut y su curso de agua. Fuente: Google Earth, 2021

Esta propuesta de explotación megamiera es un ejemplo claro de la vigencia que aún posee la división internacional del trabajo, dado que una vez más un espacio, en este caso localizado en Argentina –vale decir, país subdesarrollado/dependiente–, vuelve a adoptar el rol de oferente de espacios y territorios para la extracción de algún recurso, como el que aquí se trata: el metalífero (Galafassi & Riffo, 2018). Asimismo, ilustra la contradicción capital-naturaleza, porque la zona de posible emplazamiento presenta todos los patrones característicos de los territorios elegidos para la utilización bajo formas capitalistas. Se trata de un espacio de bajo nivel de ocupación, y de organización productiva extensiva y/o tradicional. La propuesta viene por parte de una empresa multinacional de alta especialización, tecnificada, que busca posicionarse como enclave de desarrollo, en contraste con la estructura organizacional económica local (Galafassi, 2012).

En efecto, en la meseta central de la provincia del Chubut se desarrolla, como principal actividad económica, la ganadería. Allí se encuentran aproximadamente 1.100 establecimientos agropecuarios que producen carne y lana, con predominancia de pequeños productores. La carne se destina al consumo local, mientras que la lana se envía y comercializa a los centros de procesado de la ciudad de Trelew (situada a aprox. 460 km al sudeste del departamento Gastre) (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, s.f.). Sin embargo, en la meseta la capacidad de carga de los ecosistemas es muy baja, razón por la cual el suelo presenta un importante desgaste, alcanzando la desertificación, y en consecuencia cada vez es más la superficie inutilizada. En este caso concreto se evidencia la dicotomía mencionada, porque reúne condiciones útiles para las empresas de actividades extractivistas que pretenden el aprovechamiento rápido de los bienes comunes de la zona sin medir los impactos territoriales, ambientales, o incluso patrimoniales-culturales (Galafassi, 2012).

En Argentina está vigente la ley 24.196, sancionada en 1993, que detalla que el rol que cumple el Estado es solamente de prestador, que concesiona y permite el leasing minero. Entre sus artículos explicita: Concédase a los particulares la facultad de buscar minas, aprovecharlas y disponer de ellas como dueños” (Art 8); “El Estado no puede explotar ni disponer de las minas, sino en los casos expresados en la presente ley” (Art 9).

En la provincia de Chubut la megaminería está prohibida por la ley 5001, sancionada en el año 2003 (que prohíbe también la utilización de cianuro en sus procesos de producción). No obstante, los inversores megamineros encuentran terreno propicio para hacer lobby en la comunidad ya que, si bien existen programas de acompañamiento a productores de la meseta a través de organismos como el INTA o la Corporación de Fomento del Chubut (CORFO), por mencionar algunos, no se ha avanzado en dar soluciones integrales a las problemáticas concretas planteadas por el sector. Entre ellas, podemos mencionar la falta de recursos económicos que los obligan a abandonar los campos de la zona, falta de planes de manejo, falta de mano de obra capacitada, infraestructura insuficiente, poco acceso a los servicios públicos, entre otros (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, s.f.).

Además, el rédito económico que queda en la provincia es casi nulo, porque el régimen de regalías es el 3% del valor neto del producto final (no el valor bruto extraído), porcentaje ínfimo a comparación de las regalías de otros países que fluctúan entre el 14-40% sobre el valor bruto. Sin mencionar los beneficios otorgados por la ley 23.018, que estipula que, si el producto minero se exporta por puertos patagónicos, será reintegrado (Galafassi, 2008).

Bajo este contexto particular, las empresas megamineras presentan una actividad altamente destructiva del entorno y los recursos como compatible con el desarrollo y la sustentabilidad. Ambientalmente, los riesgos inminentes son la proximidad al único río (Río Chubut) que abastece a todas las ciudades de la provincia de agua y que sustenta las actividades agrícolas-ganaderas del valle; y la exposición a fuertes vientos que azotan el área lo que representa riesgo de expansión de polvillos, residuos del dinamite de los lotes, etc. En esta variante de explotación minera que se propone no se considera ninguna táctica que apunte a ser, precisamente, sustentable. Como por ejemplo, implementar tecnología de bajo impacto o bien la planificación para la preservación de la actividad en el tiempo –pese a que en la actualidad no se cuenta con otra alternativa para realizar las extracciones que no implique la dinamitación, el agotamiento de las reservas hídricas y la utilización de cianuro para conseguir la separación del mineral de la roca–. Respecto al cianuro, entre otros químicos altamente tóxicos utilizados en el proceso productivo minero, socialmente no se toma dimensión de su efecto e intensidad en el suelo (cuando suceden goteos o pequeñas infiltraciones) o en el agua tanto superficial como subterránea (cuando se producen derrames). Dada la frecuencia con que ocurren estos fenómenos, son caratulados como riesgos inminentes de la minería que afectan flora, fauna y personas. Del mismo modo, la lixiviación puede afectar severamente la calidad del agua y, en el peor de los casos, volverla inutilizable (Galafassi, 2008).

No obstante, se suman al listado las consecuencias socioculturales, dado que en este proyecto se afectaría también la identidad de los pueblos originarios, porque en la zonas próximas al proyecto Navidad fueron identificados un cementerio indígena así como cuevas pintadas, y a escasos 50 km al sudeste se han encontrado restos fósiles de gran valor científico. En otras palabras, esto repercute directamente en la posibilidad de hallazgo, conservación y puesta en valor del patrimonio paleontológico, arqueológico e histórico-cultural de esta región; lo que detalla y reconoce la misma PanAmerican en su informe técnico (PanAmerican Silver Corp., 2011), sin mencionar que comprende un riesgo importante teniendo en cuenta el posicionamiento turístico de Chubut a nivel nacional e incluso internacional.

Los impactos negativos de la megaminería en relación a la actividad turística

Es aquí cuando el turismo cobra vital importancia y sobresale, primero porque el medio y los recursos naturales constituyen un factor valorizador del producto turístico, por lo que el deterioro medioambiental es un factor de desvalorización de los servicios producidos (Gonzalez & León, 1996). En segundo lugar, porque al estar íntegramente relacionado con el cuidado y la preservación, es por excelencia la opción más conveniente a la hora de pensar en cambios progresivos.

Es importante destacar que Chubut cuenta con un Plan Estratégico Provincial de Turismo Sustentable que plantea como eje estratégico Turismo, Hospitalidad y Tiempo de Ocio, y para la elaboración del mismo llevó adelante una microrregionalización de la meseta. Se trata de un recorte que subdivide sus 14 localidades (entre municipios y comunas) según posean algún atractivo o potencial de desarrollo turístico. Pero, teniendo en cuenta que un recurso puede convertirse en “atractivo turístico” de acuerdo a los intereses que se quieran desarrollar, toda la meseta tiene potencial en mayor o menor medida, entonces aplicando políticas adecuadas, desde una visión estratégica e involucrada, pueden transformarse. Como bien mencionó Gustavo Santos durante el Foro Nacional de Turismo, realizado en la provincia de Salta (Argentina): “El turismo integra dos factores clave, desarrollo y sustentabilidad, se trata de la más humana de las actividades, porque llega donde otras no llegan, genera puestos de trabajo en todo el país e impulsa el arraigo” (Santos, 2017).

Del mismo modo, si hablamos del turismo como actividad económico-productiva, resulta altamente redituable; pero es necesario recalcar que generará desarrollo siempre y cuando haya trabajo en conjunto con el Estado, organismos y personal idóneos, y que la comunidad ejerza un rol principal participante, a través de técnicas de gestión organizativa por medio de empresas comunitarias, es decir, que la población tenga absoluto control sobre los proyectos que se llevan adelante.

Retomando lo planteado al final de la parte introductoria, la agroecología es un enfoque integral de los principios ecológicos en el desarrollo y gestión de los sistemas agropecuarios (Altieri, 1995). Es por esto que resulta esencial a la hora de pensar en el desarrollo agroturístico de la meseta. Es fundamental que se integren todos los conocimientos disponibles de la zona en cuestión para plantear con claridad las posibilidades concretas de trabajo, por ello se deben tener en cuenta las siguientes variables: materia, energía, espacio, tiempo y diversidad biológica.

Generalmente no se percibe el significado que tiene el tiempo como un recurso de importancia crítica: no se advierte que la probabilidad de que se produzca un acontecimiento depende del tiempo disponible para ello. El espacio es por sí mismo un recurso, independientemente de cualquier otro. Dentro de esta variable quedan incluidos los campos, estancias, e incluso caminos. Por otra parte, la diversidad constituye un recurso de gran relevancia por el rol que cumple en cuanto a la estabilidad económica, dado que además de ser un recurso de valor en cuanto al turismo, se indica que, a mayor variedad, menor es la vulnerabilidad a la que un emprendimiento se ve expuesto, porque invariablemente contará con la posibilidad de replanteo y reinvención del mismo, pudiendo orientarse hacia diferentes ejes (Watt, 1978).

Los animales criados a pastoreo extensivo, como es el caso de las ovejas en la meseta, deben satisfacer las necesidades de alimento que derivan de mantenerse vivos y producir, como se mencionó con anterioridad, carne y lana. Esto implica una demanda diaria de energía, proteínas, vitaminas y minerales que deben ingerirse con la dieta y que se conoce como requerimiento animal. A diferencia de los sistemas de ganadería intensiva (engorde a corral, por ejemplo), donde es posible controlar la clase y cantidad de alimento, horarios y factores ambientales (viento, frío, nieve, etc.), en la cría extensiva sobre pastizales naturales, que sería el caso de la meseta chubutense, los animales deben proveerse el alimento por sus propios medios, “cosechando” una ración diaria que representa su mejor elección frente a las posibilidades que el pastizal les brindó. Así, el clima determina la distribución del pastoreo y la producción, además, la distribución de aguadas es muy dispersa por lo que los animales deben caminar mayores distancias entre los lugares de pastoreo y el agua, a menos que se comiencen a incorporar insumos como suplementos y pasturas al sistema.

En cuanto a los suplementos, no siempre es posible adquirirlos sin el acompañamiento del gobierno provincial y sus organismos de agricultura y ganadería –como el INTA o CORFO–, a través de algún tipo de subsidio destinado para la compra de alimentos o por pérdida de animales durante el invierno. Si esto no ocurre, los productores van diezmando sus majadas año a año, lo que, en muchos casos, los motiva a dejar sus tierras e irse a la ciudad. Bajo este panorama, el lobby megaminero encuentra terreno propicio para intervenir el tejido social y presionar, directa e indirectamente, sobre la fuente laboral que se supone creará –porque, al igual que ha sucedido con los proyectos de energía eólica en la provincia, requieren personal capacitado y calificado para el riesgo que supone tanto el montaje como la operación, y la mano de obra es mayoritariamente internacional–. De este modo realizan una comparación que acentúa el contraste entre la situación original del lugar donde se va a instalar el proyecto, y la expectativa de progreso o desarrollo (Falero, 2015).

Dados los impactos que la propuesta ligada a la minería implica, se generó una importante resistencia en la sociedad chubutense, que se ha ido convirtiendo en movimientos sociales con el fin de visibilizar su posicionamiento en contra de esta práctica extractivista, donde se esgrimen argumentos tales como el cortoplacismo del proyecto, la transitoriedad de los “beneficios” que se prometen, la desconfianza en el control que se ejercería por parte de las autoridades debido a la corrupción y el poderío empresarial, el cambio topográfico, entre otros. Como bien menciona Pablo Dávalos:

La presión extractiva provoca despojo territorial, conflicto social, pobreza económica, intervención y control gubernamental, contaminación ambiental, destrucción patrimonial, violencia militar [...] En todos los países de la región (latinoamericana) las sociedades resisten al extractivismo y, en consecuencia, son perseguidas, violentadas, criminalizadas (Dávalos, 2013, pág. 20).

También surge la comparación con la Campaña al Desierto, donde los pueblos originarios explican que, en su momento, a sus antepasados se los despojó de sus territorios y espacios en nombre del progreso, aplicando una política nociva para el uso y apropiación de lo que hoy denominamos bienes comunes de Argentina (Galafassi, 2008). En Chubut, el año 2003 sentó un precedente histórico en América dado que fue la primera vez que el pueblo (de las localidades de Esquel, Cholila, Epuyen y Lago Puelo), por consulta popular, puso freno a un emprendimiento megaminero de gran magnitud que iba a tener lugar en la cordillera. A la vez, en la actualidad, es el antecedente más fuerte detrás de los movimientos sociales del “No a la Mina”, sosteniendo que es derecho de las comunidades el ser consultadas cuando cualquier actividad amenace o represente peligro para su calidad de vida. Con la repercusión que tuvo este caso particular fue posible visibilizar reclamos y protestas similares de otros puntos del país, como también se ha visto revalorizada la participación ciudadana a través de distintos mecanismos como ser los mencionados, y cobran aún mayor relevancia los debates que giran en torno a la intensidad que ejercen los modelos de desarrollo sobre el medio natural y los bienes comunes, como del mismo modo se cuestiona la explotación que hace el capital sobre el recurso humano (Galafassi, 2008). En otras palabras, los conflictos sociales que han tenido lugar a partir de los avasallantes intentos de saqueo de recurso y territorios posibilitaron la reflexión, el encuentro, y –quizás de forma más fragmentada– el cuestionamiento de las consecuencias que acarrean este tipo de prácticas extractivistas, desde espacios de resistencia, abriendo una ventana hacia la innovación para permitir que emerjan alternativas que brinden soluciones a los problemas que plantean los locales.

Es por esto que en la provincia del Chubut se ha generado una verdadera “grieta”, que es afrontada por las autoridades intentando establecer mesas de diálogo con los pobladores locales de la meseta (aunque están presentes las presiones empresariales y sus lobbies constantes). Es por todo lo mencionado que podemos decir que es una cuestión que se ha convertido en un asunto público, colectivo, generalizado. Citando a Svampa y Viale (2014):

La conciencia cada vez mayor de los riesgos y la incertidumbre explican por qué aquellos debates [...] hoy adquieren un sentido social y político más amplio, [...] se convierten en decisiones colectivas que involucran no solo a especialistas sino también a la población en general y sobre todo a las comunidades afectadas [...] que buscan hacer sentir su voz acerca de los impactos de técnicas y modelos de desarrollo (pág. 9).

Como no puede ser de otro modo, el territorio de la meseta es parte de nuestra identidad como chubutenses por todo lo que representa, no solo por ser una ventana hacia un pasado paleontológico y arqueológico valioso, sino también en cuanto a la identidad sociocultural regional, ya que Chubut es una de las provincias con mayor representatividad de pueblos originarios y con mayor autopercepción de pertenencia y/o descendencia indígena correspondiente a mapuches-tehuelches, siendo más predominante en la actualidad el primer grupo (Méndez, 2010).

Respecto a lo anterior, Dávalos (2013) postula una paradoja en relación a la posición gubernamental adoptada por los países que llevan adelante procesos extractivos en su territorio, que se define como respetuosa de los derechos humanos y particularmente de los pueblos originarios. No obstante, las mismas presiones que el extractivismo ejerce no realizan concesiones, ni con la sociedad ni mucho menos con los pueblos originarios. No es un dato menor si pensamos en los entramados sociales que se dan en un territorio, sobre todo en relación a la identificación y la apropiación social del espacio y de sus características, con todas las dificultades que esta zona concreta presenta, por ejemplo en términos de desarticulación territorial; por lo tanto cuando hablamos de la meseta central chubutense, hablamos de individuos, cultura e identidades que luchan por su supervivencia (Carabelli, Demarchi, & Baroli, 2016) en un contexto actual general, global, que hegemónicamente busca la homogeneización de los pueblos. Sin embargo, como bien propone Anne Deruyttere (2006), es posible pensar y llevar adelante procesos desarrollistas respetando las identidades, los derechos y los valores originarios, gestionando responsablemente los recursos naturales y coexistiendo así con la cosmovisión característica de su cultura.

Además del turismo, como salida complementaria se puede postular el trabajo en mallines3, que se encuentran distribuidos en los distintos campos que conforman la meseta chubutense, fácilmente localizables con el sistema de posicionamiento global (GPS). Si se acompaña de manera real a los productores para utilizar el potencial que tienen los mallines incorporando pasturas, el tiempo que los animales gastan en pastorear y la cantidad de kilómetros diarios –que les implica un mayor gasto energético– se verían reducidos, y se contaría con mayor oferta forrajera, posibilitando que la alimentación sea natural y haya disponibilidad la mayor parte del tiempo durante el año, dejando la incorporación de suplementos solo para las épocas invernales.

Así, atendiendo a la necesidad de desarrollo de la zona, y teniendo en consideración las diferentes ramas de este, específicamente económico, sustentable, humano y rural, es que a través de la industria turística se puede generar integración económico-social-ambiental para mejorar las condiciones de vida; que los productos y servicios turísticos se encuentren en estado creciente y accesible, es decir al alcance de todos; potenciar la formación y capacitación para fomentar el trabajo local digno, ya sea directo o indirecto, regular y minimizar las desigualdades y crear oportunidades reales de crecimiento autosostenible; proteger la meseta y actuar en pos de la puesta en valor y difusión de su patrimonio cultural.

Conclusiones

Lo expuesto a lo largo de este artículo permite arribar a lo siguiente: primero, siendo que las tendencias extractivistas responden al sistema capitalista, y que a la vez es éste el que define los parámetros que definen desarrollo-independencia / subdesarrollo-dependencia, es importante que a nivel comarcal, local, establezcamos metas u objetivos propios de desarrollo. En otras palabras, plantearnos objetivos concretos contextualizados, que sean claros, medibles, atendiendo a la realidad de una zona tan desfavorable y aislada como es la meseta central. Por otro lado, batallar estas condiciones a través de políticas de Estado que planifiquen y gestionen, por ejemplo, los accesos viales, o la extensión de servicios públicos básicos. En segundo lugar, retomando la microrregionalización que propone el Plan Estratégico Provincial de Turismo Sustentable, es posible pensar alternativas que hagan foco en la preservación del territorio por el valor que representa para las culturas originarias, cuya actividad respete las cosmovisiones y sean verdaderas opciones de coexistencia no solo con los aspectos socioculturales y de identidad-percepción social, sino también de coexistencia con el medioambiente. Es necesario que resulte versátil, dinámica, que posibilite la reinvención y sobre todo que involucre activamente a las comunidades, propiciando la concienciación acerca de los impactos que surgen de la transformación antrópica de los espacios. Entendiendo, principalmente, que el progreso no surge únicamente de la explotación indiscriminada de los bienes comunes que se poseen. Además, siguiendo con lo expuesto, una actividad económica como el turismo integrado a la ya aplicada ganadería extensiva, podría constituirse como factor generador de desarrollo para la meseta. Vale decir que un proyecto de aprovechamiento agroturístico como el explicitado con anterioridad cumple con los objetivos hacia los cuales se busca orientarlo, es decir, con la sustentabilidad, autosostenibilidad, bioenergéticamente eficiente, basado en los principios agroecológicos, y actuando como respuesta a las necesidades de las comunidades implicadas, conservando su patrimonio.

En un escenario futuro, y cuando la situación pandémica lo vuelva posible, se abre la oportunidad para ampliar los datos aquí presentados y avanzar hacia el diseño de un programa o plan integral de acción y posteriormente de manejo agroturístico en la zona, mediante el relevamiento en campo y múltiples intervenciones interdisciplinarias con actores claves, a fin de generar un abordaje más completo, y finalmente aplicable por los organismos y autoridades competentes.

Notas

  1. Existe actualmente un debate entre la definición de bienes comunes y recursos naturales. Se adopta, en este caso, la postura que percibe a los bienes comunes como los bienes de los cuales hace uso la comunidad en general, percibiendo sus beneficios. Y por otro lado, los recursos naturales como concepción económica, que beneficia y utiliza solo un sector social.
  2. Chubut es un destino de naturaleza –ecodestino– pero se ofrecen igualmente opciones de turismo gastronómico, deportivo, e histórico-cultural, más su punto fuerte está centrado en los atractivos naturales, tales como las visitas a las diferentes Áreas Naturales Protegidas, y avistamientos de fauna en libertad.
  3. Un mallín es un pastizal húmedo que recibe aportes hídricos superficiales y subterráneos, sus suelos son fértiles y resultan productivos para forraje, por lo que son muy útiles para la ganadería sobre todo en zonas áridas, tales como la meseta chubutense (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, 2017).

Referencias

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